lunes, 12 de septiembre de 2022

Querer es cuidar: así de simple, así de profundo

Mientras escucho la canción de Alexander Pires, “En el silencio negro de la noche” una lágrima cae por mi mejilla…

Tarde o temprano, la chica que ha vivido toda su vida vestida con una armadura, se desnuda. Su cuerpo y corazón sienten el dolor de todos los golpes que su armadura ha recibido.

Te quise… ¿Sabes cómo lo sé?… porque ese día que decidiste alejarte de mí, até mi garganta, sellé mis ojos e hice mi mayor esfuerzo para que no notaras lo triste que estaba en ese momento… quise cargar con tu angustia y preferí decirte que todo estaba bien, abrazarte, acariciarte, incluso intentar sacarte una sonrisa. Sentirte aliviado para mí en ese momento era el mejor regalo que me podías dar.

Esa noche y como siempre lo hacía, y que a ti te causaba mucha curiosidad, te acaricié tanto, dibujaba mapas por todo tu rostro, me mirabas de reojo y te sonreías, no podías entender como no me aburría. Yo sentía que cada caricia que te hacía curaba tus heridas, caricias que no solías recibir y que al principio fuiste bastante reacio, después ya te entregaste y te convertiste en mi peluche.

No quería que el tiempo pasara, sabía que inevitablemente se acercaba la despedida y vaya que triste son esas despedidas cuando sabes que son para siempre… te abracé para impregnarme de tu olor y grabarme cada rincón de tu cuerpo, el que para mí era perfecto, el que me encantaba pellizcar y tú tanto te molestabas.

Recuerdo despertar a media noche y preguntarme ¿“esto es real? ¿es una pesadilla?”... Y así la tristeza me invadía. Quería estar sola y llorar; pero también quería aprovechar las últimas horas que tenía a tu lado.

Esa eterna noche, recordé cada palabra de aquella conversación, y se me vino a la mente cuando me preguntaste porque quería estar contigo, me sentí tan nerviosa que no tuve más palabras para decirte: -porque te quiero y me siento libre cuando estoy contigo-. Pero  luego me acordé de la frase “No es lo que siento por ti, es lo que no siento por nadie más”… y claro, como no, si contigo sentí que nada me iba a pasar. Que si algo necesitaba tú estarías ahí para resolverlo. Que para ti no existían imposibles. Por primera vez sentí que alguien me cuidaba, que se preocupaba de mi salud física y mental. Que hacía sacrificios sólo por verme sonreír. Sentí que al fin había encontrado lo que tanto tiempo esperé…

Como amaba llegar a casa y ver todo diferente a como lo dejaba… era un desorden maravilloso… era vida en mi hogar… así lo veía… prefería mil veces tener cargadores sobre la mesa, cojines desordenados, loza sucia adornando la cocina, pero llegar, ver tu auto junto al mío, que la cerradura no tuviese doble vuelta, entrar y verte… era una felicidad tremenda… ver como disfrutabas cada cosa que compraba para que mi casa fuese el lugar donde siempre quisieras estar y el que extrañaras cada vez que estuvieras lejos.

Tal vez tú no te admiras, pero yo lo hago intensamente… lo hago porque eres igual que yo, hemos caminado por los mismos senderos, hemos pasado infinitas dificultados y yo me admiro a mí misma. Creo que tú madre y tu padre no pudieron haber creado un ser tan perfecto e imperfecto a la vez, tan amoroso pero tan chúcaro a la vez.

Quería defenderte de todo, incluso de algo tan insignificante como los zancudos… te veía dormir junto a mí tan deliciosamente que sentía la necesidad de cuidar tu sueño. Quería cuidarte del frío; incluso compré una estufa para que no lo padecieras. Quería que compartieras tus angustias, tus demonios conmigo, no quería que nada ni nadie te lastimara. Yo sentía que así como tú eras mi salvador, yo podía ser la tuya. Que podíamos ser un tremendo equipo… tú sacabas el jugo de naranja... yo preparaba los café… tú decías upa… yo decía chalupa…

Y si me preguntas, si hubiese estado dispuesta a recibir más balas por ti, por salvarte a ti… definitivamente lo hubiese hecho una y mil veces… pese a todo y si tuviera que escoger, no me arrepiento de haber entrado en un torbellino como lo hice, ese exquisito torbellino de ojos color miel…

 

“La importancia en una relación no radica en la cantidad de tiempo que se conocen, sino en el tiempo que deseas seguir conociendo a la otra persona” -Brenda Ramírez-

“Querer implica tener la valentía de abrazar el caos de alguien" -Cristian Meléndez-




1 comentario: