Recuerdo ese 18 de
Febrero de 2021 como si fuese ayer… ese día tuvimos que realizarle la eutanasia a
nuestro querido perrito “El Chico”; y recuerdo aún más las palabras que mi
hermana Pau le repetía: “Cumplí la promesa que te hice mi niño… te dije que no
dejaría que sufrieras”… mientras su mascarilla se empapaba de lágrimas y sus
lentes se empañaban de dolor. Ese día, mi familia y yo pasamos por uno de los
peores momentos de nuestras vidas: la muerte de nuestra querida mascota, aunque no fuiste una, siempre fuiste un integrante más en la familia.
Recuerdo su cuerpo
frágil, su diente coqueto (para los que vieron la película “Olé el viaje de
Ferdinan”, es como Lupe, la cabra) y su mirada perdida, momentos antes de que su corazoncito dejase de latir… compartimos 17 años, los que para nosotros fueron como un suspiro,
espero que para él también lo hayan sido.
Tal vez nunca lo supo, pero llegó para salvar vidas, para llenar
espacios, para alegrarnos, su sola presencia sacaba carcajadas y para que decir
su compañía, esa compañía que en momentos de tristezas eran el mejor consuelo…
Nos hubiese gustado darle una despedida como se lo merecía, pero no nos
dió tiempo… llevaba dos días decaído y esa mañana que pasé a saludarlo estaba
escondido en medio de dos maceteros «dicen que cuando los perritos se esconden de sus amos es porque no
quieren que los vean morir» fue lo primero que se me vino a la mente. Ese día no salió ladrando ni corrió a saludarme como
siempre lo hacía. Se quedó recostado apoyando su cabeza en sus patitas, presentí
que la vida de nuestro Chico estaba llegando a su fin. Me acerqué poco a poco
para no asustarlo pero no se movió. Le grité y aun así no reaccionó. Rápidamente
llamé a mi hermana, lo tomó, pero su cabecita cayó por entre sus brazos… por
unos segundos pensé lo peor… milagrosamente su corazoncito aún palpitaba.
Mi hermana entre lágrimas y
desesperación, decidió llevarlo al veterinario. Las cuatro cuadras hasta la clínica
fueron una eternidad. Lo atendieron casi de inmediato. El diagnóstico fue categórico:
parvovirus fulminante… la doctora nos dió dos opciones: realizar la eutanasia o dejarlo hospitalizado y esperar una muerte natural sin saber cuanto podría llegar a sufrir… ya de sólo escuchar las palabras parvovirus
y eutanasia un aire frío recorrió mi cuerpo… en esos segundos mi mente divagaba… como nuestro Chico, el perrito más inteligente
e invencible del mundo, podía estar en esta situación… no lo podía creer…
mientras corrían las lágrimas por mis mejillas, porque sabía perfectamente la
decisión que tomaría mi hermana, para ella el amor es parte del dejar ir y para quienes la conocen saben el amor inmenso que ella siento por sus tres hijos perrunos.
Yo sentía que te faltaba tanto
por vivir… tantos palitos por comer, tantos paseos, tantos
punteos a tu osito regalón, jugueteos con las mosqueteras, risas y amor por
entregarnos... Quisimos estrujarte hasta el último… fuiste tan perfecto Chico, tu
alma era pura, humilde, tus ojos transmitían tanto, no tenías sólo la típica
mirada “tierna” de un perrito, la tuya transmitía paz, sabiduría y
una calma inusual…
Vuelvo en sí mientras escucho a mi hermana decir –Ya doctora, es la promesa que le hice a mi niño, procesa- mientras todos llorábamos…
porque a pesar de que sabíamos que era lo mejor para él, eso justamente no es un consuelo,
la pena nos invadía. Los recuerdos afloran en ese momento.. los más bellos: como odiabas viajar en auto, no dejabas de jadear (como lo odiábamos pero que hoy daríamos todo por sentirlo sólo un minuto). Comías helado de los del Alex, un lengüetazo para ti y otro para mí. Cuando llegabas al negocio con tu caminar tan de divo y todos te saludaban como si fueses el dueño. El diente coqueto que de ninguna forma podías ocultar. Lo lento que comías, nos desesperabas, las niñas terminaban y tu a los 10 minutos lo hacías recién. Como te gustaba que te rascáramos la oreja... lo disfrutabas!!. Pero verte en la camilla
tan indefenso nos partía el corazón. Luego que le aplicaron unas inyecciones,
nuestros chico se iba apagando poco a poco… todos le tomamos una manito o una
patita, su corazoncito latía cada vez más lento, su cuerpo se empapaba de nuestras
lágrimas, lo colmamos de besitos, y le repetimos una y mil veces cuanto
lo amamos y cuan feliz nos hizo, que estaríamos bien, que siempre lo
recordaríamos, que cuidaríamos a sus niñas, que cumplió con creces su misión
en la tierra y que al mirar el cielo la estrella más brillante sería él… Nuestro pequeñin quedó enterradito junto a su osito regalón en casa de mi madre.
El famoso “Chico”, conocido en Ovalle entero era todo un personaje,
incluso llegaron a confundirlo con el perrito de Lipigas. En la calle más de
una vez escuchamos decir “mira el perrito de Lipigas”; hasta foto nos pidieron
con el joven chico. Era todo un divo… mi hermana le tenía un closet. Desde chaqueta Harley Davidson, bata de levantarse,
pijama, traje de huaso, polerón Adidas, hasta zapatillas, cosas que hace 20
años eran impensables, aunque no para nuestro chicuelo, aunque debo reconocer que las detestaba
pero que a nosotros nos causaba tanta gracia, y a pesar de sus genes tan poco
“agraciados” se veía todo un caballero… posaba como ningún otro… único en su
especie…
Tenía toda una rutina cuando vivía en Ovalle, en las mañana bajaba con
mi mamá a Gonart a “trabajar” con ella, a veces se quedaba en su oficina o se
iba al empaque con las niñas. A media mañana había que sacarlo a pasear para
que hiciera sus “necesidades” para seguir trabajando, mi mamá decía que su
labor en el negocio era de “guardia de seguridad”, la verdad no sé a quién
podría haber espantado pero bueno… dejémoslo así. Y en las tardes iba a
sus tardes recreativas con la amiga “Flor”, nieta de una amiga de la familia.
Así que con su chofer y auto personal, el joven Chico emprendía todos los días
rumbo a la casa de “Flor” a pasar la tarde y mi mamá lo pasaba a buscar luego
que cerraba el negocio. Vida social no le faltaba al Chico.
¿Estás por ahí Chico?... quería que supieras un par de cosas para que
veas la huella que dejaste en mi corazón… ¿Sabes cuánto ayudaste a mi
hermana?... ¿recuerdas cuando le detectaron cáncer de piel y estábamos todos
devastados?, tú te fuiste a vivir con nosotros a Santiago, fuiste lo mejor que
le pudiste pasar a ella en ese momento (obvio que a mí también)… fuiste su fiel
compañero, su motivación, prácticamente su hijo, le diste el consuelo, fuiste
la terapia que tal vez ninguno de nosotros hubiese podido darle, y ¿sabes
chico?... eso te lo estaré eternamente agradecida… me imagino que desde el
cielo la sigues cuidando y también me imagino que Dios te cuenta que ya está
mejor, que desde ya hace un tiempo está dada de alta y que tenemos Pau para
rato!!!!... GRANDE CHICO!!!!
Te quiero agradecer otro gran regalo que me diste y que cambió mi vida
por completo… tu hija Julieta… alias “Gorda Yuli”. Gracias al descuido de tu
primera mamá y que tu bien supiste aprovechar, saliste con ooooocho domingo
siete, y uno de ellos fue mi negra sexy… así como tú fuiste un pilar
fundamental en la Pau, Julieta lo fue para mí. La razón de estar de ustedes con
nosotros, fue salvarnos... salvarnos y llenarnos la vida de alegría, risas,
lengüetazos, paseos y de amor.
¿Sabías que lograste un milagro inesperado?… mi mamá y mi papá aceptaron
tener a un perrito viviendo dentro de la casa!!... así como lo oyes… De cientos
de perritos que hemos tenido tú fuiste el primero que tuvo ese privilegio,
aunque tú misión era otra, tu debías ser el “timbre” en la casa, si escuchabas
ruidos debías ladrar para que los perros grandes te siguieran, pero no! tenías
que darnos pena y no pasó de la primera noche cuando con mis hermanos te
acogimos en una de las piezas y de ahí no te sacamos más. Eras tan pequeñito, que
por eso te llamamos “Chico”. Ya ni recuerdo cómo fue que mis papás aceptaron
que te dejáramos viviendo dentro, creo que fue porque eras tan humilde, tan
gracioso y educado que no había quién no te amara, si hasta podías ir a comer
con nosotros y te quedabas muy sentadito en una de las sillas con tu perita apoyada en la mesa… eras una belleza!! Como decía mi mamá… ¡taaan beeeello, quién lo
hizo tan beeello!....
¿Te acuerdas que la Pau te daba de
almuerzo osobuco?, pero tenía que ser con la médula revuelta, sino no te lo
comías, olorosabas la comida y quedabas mirando. Viste Chico que revolucionaste
nuestras vidas?... tan re Chico y tantos cambios que hiciste, ahora las niñas
(Julieta y Antonia) gozan de todos esos privilegios, no sabemos si te extrañan,
o si te extrañaron alguna vez, pero estoy segura que cuando fueron los tres
mosqueteros fueron felices, se amaron, se cuidaron y sin duda tú fuiste el
mejor compañero que la vida les pudo dar.
¿Te cuento algo?, Hice un retrato tuyo y de las niñas (Julieta y Antonia),
y está justo en la mejor pared de mi hogar, lo mínimo que se merece una cosita
tan top como tú! Y lo último que quiero que sepas Chico es que fue un honor
haberte tenido entre nosotros, que siempre pero siempre te añoraremos pero te
recordaremos con una gran sonrisa y que te amaremos con todo nuestro corazón…
"El único defecto de los perros es que sus vidas son demasiado cortas."
Agnes Sligh Turnbull
Me llego al corazón .. hermoso relato .. 🥰❤️
ResponderEliminarQue buenisimos relatos ya llevo leido varios felicidades cami.
ResponderEliminarAun recuerdo a esa pequeña niña que debian acompañar a dejar comida a los perritos de la calle eres una hermosa mujer 🤩
Muchas gracias Romy por leerlo y que lindo saber que tienes recuerdos de nosotros! Te mando un abrazo grande y espero seguias disfrutando mis relatos. Compártelos si puedes. Saludos a la familia
Eliminarhermoso ... tantos recuerdos con el chico .. nunca lo vi como una mascota ..siempre supe que era un integrante más de tan hermosa familia
ResponderEliminarte felicito cami eres una gran blogera .. tus historias me las imagino tan bien que a veces creo pensar que las viví contigo jijiji.. preciosa muchas gracias por tus relatos ..sin duda un gran acierto
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