sábado, 28 de mayo de 2022

Mi Querido Sr. C.

 


Poco a poco descubrimos lo mucho que nos gustaba el sexo, como podíamos provocarnos y como hacer realidad nuestras eróticas y fantasiosas conversaciones; conversaciones en las que las palabras “placer”, “fantasía”, “sexo” y “excitar” las escribíamos cada día con más frecuencia.

Dios como me encanta este hombre!!. Te deseo. Te he deseado desde aquél 23 de enero y sé que tú también me deseas. Me gusta cuando me haces el amor y me miras con ternura y deseo. Me excita hacerte el amor y ver como te embriagas de placer.  Me gusta ver el deseo dibujado en tu mirada.

Ese día de frío y abundantes nubes, te esperé con ansias en un centro comercial… llegaste en tu auto, te veías tan irresistible, tan caballero, tan sexy, tan tú… usabas un perfume que despertó inmediatamente mi imaginación, y el que quedó impregnado en mi cuerpo. Te veías tan sexy con tu barba y bigote teñidos de blanco. Tu mirada seductora me provocaba y sólo pensada en tenerte entre mis brazos. Nos saludamos…

   -“Buenas tardes Sr. C. ¿Cómo está?” le pregunté

   -“Muy bien Srta. K. ¿y usted?” me contestó

   -“Ahora que lo veo muchísimo mejor… lo extrañaba” le contesté con tono insinuador.

Mientras conduce me sonríe de forma sensual

   -“Sr. C. usted está igual de exquisito que hace 3 años” le confieso

El deseo me invade profundamente y todos mis músculos se contraen deliciosamente. Mis ojos buscan su miembro y mis manos las suyas.

.... Y así continuamos la charla por la autopista hacia un lugar desconocido… en ese momento iba recordando como entraste en mi cabeza, en mi corazón y en mi piel...

Luego de recorrer unos cuantos kilómetros, llegamos a un edificio que no tenía cartel -pensé que era el departamento de un amigo- pero en ese momento se abre un portón automático y me dice que estábamos entrando a un motel. Nos estacionamos, nos dirigimos a una especie de lobby, nos preguntaron qué tomaríamos y nos entregaron una llave. Tomamos el ascensor hasta el piso 3. Caminamos a través de un pasillo hacia una pequeña y simple habitación. Tenía espejos a lo largo y ancho de dos paredes, una ducha con mamparas de vidrio –inmediatamente te imaginé tomando una ducha- una pequeña mesa con dos sillas, una cama queen size de aspecto confortable con unas sábanas blancas que nos llamaban a gritos.

Entré al baño, escuché que tocaban la puerta y sólo dijeron “traigo las bebidas de cortesía”.

Me incorporo en la habitación y mi sexy Sr. C. había comenzado a desvestirse… se quitó el sweater por encima de su cabeza. Se deshizo de sus jeans dejándolos caer al piso. Quedó sólo un sexy calzoncillo evidenciando su erección.

Sentí un deseo… un deseo caliente e intenso y de inmediato me uní a su hermoso cuerpo caliente. Nos abrazamos. Nuestras lenguas se encontraron y nuestros cuerpos se fundieron. Sólo sentía el roce de sus labios, su boca, su lengua y el calor de su piel. Nuestra respiración se aceleró, mi piel se enrojeció, mi corazón se disparó, la sangre me bombeó por todo el cuerpo, mis piernas temblaban. Se quitó el calzoncillo y sentí lo excitado y duro que estaba.

Mientras me desnudaba, no paraba de besarme. Sacó mi sweater y hábilmente desabrochó el sostén dejándolo caer. Sus manos avanzaron hasta mis pechos, mis pezones se endurecieron con cada roce de sus dedos, con cada beso, con cada gemido entrecortado, sentí un escalofríos de placer… alcanzó la pretina de mis jeans abriendo el botón, bajó el cierre, juntos nos deshicimos del pantalón y la ropa interior que se deslizó por mis piernas.

Me arrodillé a sus pies, coloqué mis labios alrededor de su maravilloso miembro y chupé de forma decidida, deslizando la lengua desde la base hacia la punta. Introduje la boca hasta el fondo y gimió susurrando –que rico-. Y así continué por varios minutos, más bien muchos, haciendo lo que más placer le produce a mi Sr. C. Me encantaba contemplar su cara de placer mientras lo hacía, eso me hace sentir una Diosa. Creo que no exagero en expresar mi amor por su miembro… por su maravilloso miembro.

Nos recostamos en la cama, sus manos acariciaron mi rostro, siguieron avanzando por mi estómago hacia mis muslos hasta topar con mis piernas, se dedicó durante un largo y delicioso tiempo a tocarme el sexo.

Extendió el brazo hasta el velador, cogió un paquetito plateado, lo abrió y deslizó un condón por su largo miembro.

Separó mis piernas, se inclinó, apoyó las manos a ambos lados de mi cabeza y me penetró suavemente mientras yo cerraba los ojos y disfrutaba del exquisito placer que me entregaba mi querido Sr. C.

   -“Que rico” murmuré

   -“Mucho” me responde

No podía creer que después de 3 años estoy haciendo el amor con mi querido Sr. C… él hombre que me vuelve loca, que despierta mis deseos y fantasías, el hombre perfecto… mi cómplice. Entre estos pensamientos susurro la frase -Me gusta mucho hacerlo contigo-, él me contesta –a mí también-.

Se recostó sobre la cama y yo me puse sobre él, lentamente comencé a moverme y a sentir su miembro en mi interior. Aceleré mis movimientos mientras miraba la escena en los espejos, eso me excitaba aún más.

Cambiamos de posición en reiteradas ocasiones. Disfrutamos de nuestros cuerpos. Explotamos de placer y nuestros cuerpos cayeron exhaustos sobre la cama. Me abrazó con ternura y me repitió que nuestra sesión había estado deliciosa.

Nos quedamos así unos minutos.

Momentos más tarde, Mi querido Sr. C se levantó y se metió en la ducha, por poco y resbala. Mientras se duchaba yo lo contemplaba… contemplaba su exquisito cuerpo… mi vista de inmediato se dirigió a sus glúteos perfectos y a sus hoyuelos que decoran la parte baja de su espalda justo encima de los glúteos... sentí nuevamente ganas de perderme en cada rincón de su cuerpo pero el tiempo no era nuestro aliado.

Ya era la hora de irnos, cogí mi ropa y nos largamos de aquél lugar. Me llevó a casa. Nos despedimos con un dulce beso, el mismo beso que me hace caer rendida a tus pies.

Sr. C. sé que ahora estás leyendo este relato y que de seguro estás igual de ardiente que yo. No lo dudes, mándame un mensaje y nos encontramos las veces que tengas ganas… 


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