domingo, 28 de junio de 2020

¿Dónde quedó mi partner?...


Siempre hemos sido muy hermanables, incluso me atrevería a decir que mejores amigas.  Son pocas las cosas que ella no sabe de mí, y que yo no sé de ella. Desde bien pequeña ha sido un poco mi segunda mamá, pero con la confianza de poder preguntarle, hablar y sobre todo contarle lo que me preocupaba. Tener en una sola persona una amiga, protectora y hermana es maravilloso. Ha sido mi psicóloga cuando he necesitado desahogarme y mi consejera cuando he necesitado un consejo. 

Recuerdo como si fuera ayer cuando en las noches sentía miedo, yo le decía: ¿puedo acostarme contigo?, y ella con sus ojos semi-cerrados, levantaba las tapas y eso significaba un sí. Ese sí que tantas noches me calmó y que hizo que muchas veces ese miedo se convirtiera en amor.


Fuimos creciendo y seguimos siendo amigas. Ninguna de las dos fue amiguera, peleábamos, nos pegábamos, pero también disfrutábamos haciendo coreografías, vendiendo vhs (sacamos todos los vhs y hacíamos una especie de video club y le arrendábamos películas a mi papá). Jugábamos a la agencia de viajes con los voucher que nos pasaba mi mamá. A la cocina: preparábamos leche con chocolate combinando agua y barro. Nuestros completos eran hojas de gomeros rellenos de otras flores, ramitas. A pesar de que nunca nos faltó nada, nuestros juegos eran muy sencillos, pero pucha que nos entreteníamos.


Ya en la etapa de mis 18 años, tuvimos el privilegio de vivir juntas en Santiago en un departamento familiar en Las Condes. Ella estudiaba Ingeniería comercial y yo ingeniería en Agronegocios. Ella en una universidad privada llegando a la cordillera, yo en una universidad estatal cerca del terminal de buses en Estación Central. Sus amigas eran pelolais y solían llamarse “gorda” (tono cuico), mis amigas no eran pelo lais y se usaban el término “flaca”.

Teníamos vidas totalmente diferentes, pero hacíamos muchas cosas juntas, teníamos tallas internas, llegamos a mimetizarnos en algunos momentos.

La rutina de lunes a viernes no variaba mucho, algunos días salía ella primero a la universidad, algunos días yo. Pero el fin de semana lo aprovechábamos mientras se podía, sobre todo el día sábado, era como nuestro día. Todos los sábados íbamos al Alto Las Condes de Shopping, ella ama vitrinear, yo lo odiaba. Ella ama el Mc Donalds, yo el KFC. Ella usaba ropa de marca, yo acostumbrada a ropa de “tricot”. Yo amo leer, ella las series policiales. Su universidad era bellísima, grande, top, la mía era más bien “pintoresca” pero tan universal, que es lo que más me gustaba de ella. Pero a pesar de todas nuestras diferencias, siempre nos acompañábamos mutuamente.

Después que aplanábamos el mall, partíamos al Jumbo. Podíamos estar horas ahí, nos paseábamos por todos los pasillos, íbamos por tres cosas y salíamos con diez. El presupuesto mensual siempre era el mismo, y teníamos que usarlo para todo: bencina, ropa, comida, fotocopias, aunque viaje que hacíamos a Ovalle, volvíamos repletas de frutas, verduras, carne y cuanta gueseras nos daban.


Sagradamente después de las compras, íbamos al Cinemark a ver alguna película. Generalmente de acción, drama, pero nada de amorsh ni de animalitos (ella las detesta). Antes de entrar al cine, nos comprábamos el paquete de cabritas más grande, porque pensar en ir al cine sin comer cabritas era un sacrilegio. ¿La bebida?, la sacábamos en las máquinas expendedoras que estaban en el primer piso jajajajajaja. Suena amarrete, pero en tiempo de universidad cualquier ahorro es bienvenido. Cuando nos preguntaban ¿y bebida?, pensábamos  que claramente el vendedor cachaba que la llevábamos en la cartera (que parecía bolso de viaje con tanta cosa que llevaba), difícilmente que comiendo tanta cabrita no sintiéramos sed.


Como siempre, nos sentábamos en la última fila para que nadie nos fuera a patear el asiento, y porque según ella, tenía la mejor visión de la sala (así le decía un ex pololo). A penas nos sentábamos, nos poníamos los lentes (porque somos piti), y nos zampábamos las cabritas. Aún no decía “presenta”, cuando ya nos habíamos comido la mitad del paquete.


Después crearon las salas premier, eso fue la perdición. Una ve que vas a una de estas salas, volver a ir a la tradicional... no way. En la premier estábamos acostadas y tapadas, se sentía así como “cine en su casa”. Algunas veces yo me quedaba dormida viendo la película, otras se dormía ella.
Algunos domingos amanecíamos antojadas de comer un dulce, así que partíamos a la galletería Laura R en Vitacura. Nos comprábamos tres o cuatro dulces, que con un cafecito wuau que delicia. Ella amaba el tres leches, yo el cheesecake de chocolate, Llegué a comprar uno completo!! dejaron de venderlo porcionado, así que “obligada” a comprarme uno entero y mi hermana me lo dividía. Calculaba que me alcanzara hasta el viernes, pero cuando ya era miércoles no me quedaban ni las raspas, era más que delicioso… En mi vida he vuelto a probar uno tan rico.


Otros domingos partíamos a la casa de una prima en Huechuraba que tiene tres hijos. Nos atendían como reinas, nos reíamos a carcajadas, conversábamos de la vida, jugábamos con los niños, y así pasábamos la tarde. Otras veces ibamos a jugar bowling con un pololo mío de aquella época, lo pasábamos el descueve los tres… Íbamos al cine, a chanchear, veíamos los partidos de Chile con un asadito, era bien entrete.

Todo esto duró hasta que ella se devolvió a Ovalle a trabajar a la empresa familiar y yo me quedé en Santiago buscando trabajo, donde finalmente ingresé a una auditora.

Nuestros caminos se separaron absolutamente cuando yo me fui a vivir unos meses a Ecuador a cumplir uno de mis sueños, hacer un voluntariado de tortugas marinas. Ella comenzó una relación y a los pocos meses quedó embarazada. Cuando me enteré de la primicia (no de la mejor forma, ni por parte de ella), me sentí traicionada, pensé: “¿En que momento yo dejé de ser su mejor amiga?”, yo pensé que sería la segunda persona en enterarme después de su pareja… pero no fue así, ella prefirió contarme cuando ya estaba de vuelta en Chile. Mi enojo no duro mucho, porque al momento de verla y ver su incipiente guatita debajo de ese abrigo blanco que tanto le gusta, la abracé tan fuerte y supe que seríamos las tres mosqueteras para siempre.


En ese entonces, ella tenía tres meses de embarazo, así que aún había tiempo de disfrutar juntas antes que llegara una “intrusa” a nuestras vidas jajaja. Íbamos al cine, al casino, comíamos cosas ricas, de hecho engordé yo más que ella jaajajaja. Me apañaba en mis conquistas, y sagradamente dormía en casa de ellos todos los sábados. La veía hacer de todo, incluso hasta en el octavo mes bañaba a sus perritos sin problema. Corría (a mí se me paraba el corazón de solo pensar en que se podía tropezar), creo que incluso tenía más pilas que yo.


Todo esto duró hasta ese 16 de diciembre cuando partieron a Santiago a esperar el momento del parto, el que al final se retrasó hasta el día 8 de enero cuando tuvo una cesaría urgente. Desde ese momento nuestras salidas al cine, al mall, ya no existen. Ni los interminables paseos por los supermercados. El dinero ya no lo destina en ella, sino que en pañales, leche y lo necesario para Rafaela. Ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que se compró ropa, porque todo es para su hija. A mí me cuesta entenderlo porque no soy mamá, y creo que tampoco lo seré. Para mí el sueldo es completo para mí, yo decido en que quiero gastarlo, dividendos, viajes, ropa, vicios, no tengo que preocuparme de pañales, piluchos, tetes, ni nada por el estilo. 


Ahora sólo comparto con ella cuando me paso del trabajo a su casa. Pero el estar con ella obviamente implica estar con mi sobrina (a la que amo). Así que ya es costumbre y hasta entretenido, sentarnos en el baño mientras mi sobrina se da un baño de tina, sentarnos las tres en la cocina a comer o a jugar con sus “guetes” o “guapis” (traducción: juguetes y lápices).


El único momento que tenemos sólo para nosotras, son esos 30 minutos en los que se desploma en la banca del patio, suspira y se relaja mientras nos fumamos unos puchos. Ahí conversamos tranquilas, a veces puras tonteras, otras veces escucho: “mañana tengo que lavarle los tutos a la Rafaela”, “¿Se habrá dormido?”, “tengo que comprar más leches”, comentamos nuestro día, emociones y frustraciones. Es increíble como la vida de una mujer cambia cuando ya tiene su familia, pero a pesar de eso, cada vez que estoy ahí, me siento como si estuviera en mi propia casa, riéndome como solíamos hacerlo hace más de seis años atrás.


Siempre supe que algún día me convertiría en tía, mi hermana tenía claro que ser madre era una de las cosas que quería ser. Lo que nunca imaginé, fue que ser tía cambiaría tanto mi vida.
Aunque yo no sea su madre, gracias a ella, me di cuenta que es posible amar con todo el corazón a una pequeña que no es mi hija, y desear protegerla y cuidarla como si lo fuera.

Así que gracias por llegar a nuestras vidas, por iluminarlas con tu presencia, sonrisa y abrazos. Porque al ser mi primera sobrina (y creo que única), despertaste en mí un amor especial y diferente, en definitiva me robaste el corazón.


Si algo tengo claro es que todavía nos quedan muchas cosas por vivir. Estoy segura que muchísimas de ellas serán buenas, otras no tanto, pero quiero que sepas que todas nos harán unirnos más. Y quiero que sepas que a pesar de que el día a día no sea fácil y nos distancie a veces, siempre voy a estar ahí para cuando lo necesites. Porque una hermana escucha, apoya, abraza y aconseja SIEMPRE, las 24 horas del día, los 7 días de la semana.                 




lunes, 22 de junio de 2020

Psicoterapia en tiempos de pandemia…


En estos últimos meses, el mundo se ha visto enfrentado a una crisis sanitaria que no se veía hace casi  cien años, cuando apareció la gripe española matando entre los años 1918 y 1920 a más de 40 millones de personas en el mundo y a más de 43 mil en nuestro país. 
Esta crisis sanitaria más conocido como Coronavirus (así se le denomina a la enfermedad y Covid-19 al virus), ha hecho que las vidas y las rutinas se vean afectadas generando en algunos casos, patologías psicológicas en la sociedad.

Según cifras entregadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre un 3% y un 4% de la población, puede sufrir trastornos severos a raíz del Covid-19, en tanto entre un 15% y un 20% podrían padecer trastornos leves a moderados.


Cuando el Coronavirus llegó a Chile el día 1 de Marzo, yo estaba aún internada, incluso recuerdo que para mí y mis compañer@s no era tema, de hecho todos sufríamos por el inminente estallido social el cual comenzó el 18 de Octubre del 2019. Pero la cosa no fue así de simple como lo percibíamos, hoy por hoy, está más que claro que no era un "temita", sino más bien un temón. 

Esta historia comienza el día miércoles 4 de marzo de este año, cuando me dieron el alta en la clínica y retomé mi vida… Las indicaciones de la psiquiatra fueron claras, tenía que comenzar una terapia con un psicoterapeuta, para complementar el uso de fármacos 💊 y así continuar con el proceso.

Me pregunté para que necesitaría otro especialista, si con psiquiatra y psicóloga según yo, era más que suficiente. Así que antes de pedir una cita, me dispuse a investigar en internet la diferencia entre Psiquiatra, Psicólogo, Psicoterapeuta, para saber porque la doctora de la clínica me estaba derivando a un psicoterapeuta; y encontré lo siguiente: el primero es un doctor en medicina especializado en el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades mentales (prescribe y regula el tema de los fármacos).
El psicólogo por su parte, es especialista en el comportamiento humano, que utiliza técnicas de evaluación psicológica para ayudarnos a conocernos mejor. En palabras simples, es quien nos guía, apoya y aconseja, es lo que se conoce como "mirarnos al espejo" (yo le llamo un “mejor amigo”).
Finalmente, el psicoterapeuta además de ser un espejo, es quien se ocupa de tratar (no es sólo escuchar) personas con problemas psicológicos, ayuda a enfrentar los diferentes problemas de la vida, como por ejemplo: los complejos, las rupturas amorosas, las fobias, traumas, entre otros. El objetivo es modificar los patrones emocionales y re significarlos (darle una nueva significación a un acontecimiento o a una conducta). 
En mi caso, tuve una experiencia traumática a los 16 años, en ese momento mi consuelo fue el chocolate (un arma destructiva cuando lo comes en exceso, estamos hablando de medio kilo diario), entonces la idea era re significar la emoción que me produjo ese hecho, lo pueda transformar en pendando que nos ha servido como un gran aprendizaje y poder canalizarlo sanamente, por ejemplo: a través del ejercicio. 
En resumen, un psiquiatra te diagnostica y te medica; el psicólogo te muestra quien eres y los caminos que podrías escoger, y  la psicoterapeuta es con quien enfrentas los problemas y aprendes a darle un nuevo y positivo significado a los hechos. (en mi caso tengo por un lado a una psiquiatra y por el otro dos psicólogos, uno clínica y una psicoterapeuta).


Después de aclarar mi duda, empecé a buscar esta especialidad en mi ciudad. Pensé que sería difícil porque la ciudad no supera los 100 mil habitantes. Al comentarle a mi hermano, me dice que hay una psicoterapeuta que es excelente y que atiende en la ciudad, así que él mismo llamó y me agendó una hora.

Recuerdo ese día martes 10 de Marzo, estar en el centro médico repleto de gente, olores, bullicio y yo paseándome por toda la sala de espera. Hasta que a eso de las 12:30 me llama la psicoterapeuta (a quien llamaremos Soledad) a la consulta. La primera sesión no fue de todo mi agrado, comenzar a contar todo desde cero, no me agradaba en lo absoluto, considerando la infinidad de veces que ya lo he hecho. Imagínense resumir casi dos décadas en una sesión... era una tarea titánica. 

Me pasó algo divertido ese día. Cuando le conté a Soledad que venía saliendo de una clínica psiquiátrica, sentí que me miraba con una cara extraña, no podría decir específicamente como, pero me daba la sensación de que no quiso contradecirme o hacerme enojar. En una de esas pensó que podía estar frente a  una loca de patio que en cualquier momento la podía atacar jajajajaja. Efectivamente, yo me sentía como se dice "saltona", un poco agresiva o como dicen "pastito seco", Ahora viéndolo de otra perspectiva, creo que esas emociones pueden haber aflorado a raíz del "trauma" que genera salir de la clínica y enfrentarse nuevamente a la realidad, después de haber estado en una especie de "bunker". Y más aún, después de haber tenido una experiencia tan buena como la tuve yo.
Soledad me explicó porque en la clínica me habían recomendado un psicoterapeuta, ella me decía que al menos en mi caso, durante mi vida en ciertas situaciones he anclado emociones, sentimientos de forma negativa, entonces la terapia busca configurar nuevamente la mente, tomarlo como aprendizaje, con el fin de no repetir emociones y no quedarse viviendo en el pasado. "Otorgarle otro significado que nos resulte menos angustiantes y agotador". 

Durante la sesión me dice que debo tener un cuaderno para ir anotando las tareas y llevar una "bitácora", ¿una bitácora pensé yo?... así tal cual. Me costó entender tres sesiones lo que quería que anotara en la bitácora. Pensaba que era un estilo diario de vida, pero no creo que tenga mayor incidencia si tomé o no tomé onces, con quién hablé, por ejemplo. Pero después entendí que era anotar las cosas importantes que me pasaban, las sensaciones, emociones, básicamente, lo que podía repercutir en mi terapia. Así que ese mismo día pasé a una librería a comprar un cuaderno, el más colorinche que había ajajajajaj, siempre elijo colores fuertes y llamativos para atraer la alegría creo yo. 



En mi segunda sesión ya comencé a soltarme y me agradaba Soledad, seguía con ese recelo, pero ya  sentía una confianza y cercanía que no es fácil lograr con un terapeuta. Trazamos las líneas de trabajo, ella tenía claro por donde comenzar, así que acordamos en que nos veríamos dos veces a la semana en una primera instancia

Para mi tercera sesión había detonado "heavy" el tema del Coronavirus, cuando llegué a la consulta la secretaria me dice que Soledad sólo atenderá vía internet para evitar contacto… me dio una raaaaabia 👿 que no me hubiese avisado... y yo urgida porque iba atrasada. Ahí reconozco que me comporté como niña chica, y me rehusé a seguir con mi terapia, pese a que la necesitaba con urgencia.


Hasta que al pasar las semanas sentí que era urgente continuar con el proceso, así que decidí probar la terapia vía whatsapp. Me contacté con Soledad y agendamos la primera hora disponible.
No recuerdo bien, pero estoy casi segura que mi primera sesión virtual fue un día martes (unas dos semanas después de que me plantara), me sentía un tanto ansiosa y nerviosa, creo que las nuevas experiencias generan esas emociones. A las 17:30 era mi hora. Llegué justito a la casa y comencé a armar el podio. Pusé una cajita de madera donde guardo los té, encima dos cajas de barras de cereal, y sobre las barras una lata grande de café, la que a su vez reforzaba con un tarro de atún (topísimo... súper elegante 🙈). 

A las 17:32 suena el celular alertando una videollamada 📱, contesto y ahí estaba Soledad... todo lo que es en primer plano (que raro se sentía). La vista se me fue directo a mi cara de poto y eso desvió al principio la terapia, ya que hacía semanas que no me miraba.


Le conté que no era de mi agrado esa forma de terapia pero que en verdad la necesitaba con urgencia. Ella de inmediato me hizo sentir tan a gusto, que no me sentí rara hablándole al teléfono sobre mis emociones y problemas. Es más, antes de cortar le comenté que fue bastante agradable la sesión y que seguiría mi terapia de forma remota.

Me dio 8 mil cuatrocientas tareas jajajajaaj, no sabía por cual comenzar. Practicar ejercicios de respiración, una lista de cualidades y defectos, darme baños de tina 🛀, hacer deporte 🚴, etc etc. Yo pensaba, "un baño de tina todos los días?.... demasiado derroche"... Y el tiempo que tampoco me sobraba. Pero igual me dí baños de tina por unas cuantas semanas.

Y así seguimos unas semanas, hasta que me comenta que le habilitaron el box para hacer terapias presenciales. Yo estaba feliz 😀... hasta que entré en la consulta. Nunca me imaginé que la mascarilla sería un impedimento para poder llevar al 100% la sesión. Creo que es porque Soledad es muy histriónica, gesticula mucho, y eso no se puede apreciar con una máscara. Inclusive el énfasis que le da a ciertos temas, no se percibían del todo.


Le comenté que no me había gustado la terapia de esa forma, así que en la siguiente sesión me llevó  un escudo facial (esos que se ponen en la cabeza y son transparentes, estilo cascos para soldar), para que pudiéramos seguir con las sesiones presenciales. No quedé muy satisfecha, la verdad es que no es lo mismo, se me empañaba el protector, me ahogaba, así que decidí que entre tener una terapia con tanta protección versus a la vía whatsapp, definitivamente no había donde perderse.

Y así continué con mis sesiones online. Además que tienen un montón de beneficios, de hecho es más económica, los horarios me acomodaban mucho más, y la duración era mayor a la sesión presencial (de hecho una vez estuvimos una hora y media).

Cada vez que estoy en terapia, es inevitable no pensar en el programa “historias de cuarentena”, donde Pancho Melo es el psicólogo online y que realiza sesiones en línea con distintos pacientes que tienen diferentes problemas. Creo que eso también ayudó a derribar las creencias que tenía respecto al uso de la tecnología en las terapias psicológicas. 


Ahora estoy feliz con mi terapia vía whatsapp todos los martes a las 20:30 hrs. La espero con ansias, es uno de los mejores días de la semanas. Es como estar en el living de mi casa, más bien estoy en el living de mi casa, con mi súper podio "cuma", en una especie de conversación con alguien como si fuese mi mejor amiga, mientras me fumo unos puchos y me tomo un cafecito. 

La verdad es que no podía haber encontrado una terapeuta mejor. Soledad es compasiva, pero también es exigente, me estruja a lo que más doy, me ayudó a dejar de sentirme como la "pobrecita", a sacar las garras que perdí pero que alguna vez tuve, y me ha estado acompañando ya hace casi cuatro intensos meses, donde ha habido mucho aprendizaje, y donde llegamos a la conclusión que en mi caso, las palabras claves son "Soltar", "Empoderamiento" y "Expectativas".


La consulta psicológica online tiene varios beneficios, como por ejemplo, te ahorras el tiempo que gastas en ir y volver a la consulta, no te expones a contagiarte, evitas el gasto en estacionamiento, la sesión online es más económica que la presencial y puedes estar donde quieras a la hora de realizar la terapia.
Después de que rehusé a las terapias por videollamada, estoy convencida que esta modalidad me ha ayudado mucho más en mi proceso. Eso de estar cómoda en el living de mi casa, incluso, da una mayor cercanía y confianza, a pesar de que estemos a kilómetros de distancia.  ¿Y los resultados?... Increíbles, Fabulosos (según Yo, bueno aunque al fin y al cabo, es la opinión que más importa)… 

Cada día me convenzo más del dicho "Querer es poder"....  


Y que "Soy un mismo árbol en diferentes estación... Recuerda que todo es temporal" 



domingo, 14 de junio de 2020

Mi padre es mi jefe


Llevo tres años trabajando en la empresa de mi padre y les quiero contar MI EXPERIENCIA (lo destaqué por este relato está basado en mis vivencias, en el papá-jefe que me toco. Lo recalco porque no todas las relaciones son iguale, hay mejores, iguales o peores). 


Nunca tuve claro que carrera escoger. De hecho era divertido porque me gustaban carreras tan opuestas entre sí; pasé desde Medicina, Derecho, Psicología hasta querer entrar a la PDI. Pero no por lo que se ve en Chile, sino por lo que muestran las series gringas tipo FBI. Traté en lo posible y me esforcé para lograr entrar a una universidad estatal.



Increíblemente días antes de postular, tuve una conversación con mi psicóloga de ese entonces, sobre mi futuro al salir de cuarto medio. Recuerdo perfectamente que a días de postular, ninguna de las opciones me mataba el punto, pero sabía que tarde o temprano debía tomar una decisión.
Cuando tuve que realizar la postulación, mi primera opción fue Derecho en la U. de Chile (claramente no me alcanzaba el puntaje, pero por si las moscas). La segunda carrera que postulé fue Ingeniería xxxxx, es una mezcla entre comercial y agronomía. No había escuchado antes, pero me imaginaba que era algo así como ser un comercializar los productos agrícolas y pecuarios, y era lo que más se acercaba a lo que me gustaría dedicarme en la vida. 
Quedé en la segunda opción de mis postulaciones, y en el lugar número ocho (igual me sentía winner)… sobretodo porque era una universidad de full prestigio, donde estudian personas que viven desde La Dehesa hasta Puente Alto, y era justamente lo que yo quería, una universidad Estatal (los detalles de la estadía en los cinco años de carrera serán parte de otro relato).



Desde que comencé a estudiar, mi padre siempre quiso y se metió en la cabeza que al titularme, regresaría a trabajar con él, y me haría cargo del tema Agrícola de una de las Sociedades.
Lamentablemente las expectativas que él se hizo, yo ni siquiera las tenía en mente. Volver a la Ciudad en la que viví 17 años, definitivamente no estaba en mis planes.
Cuando me titulé, comencé ese mismo miércoles 8 de Agosto del 2013 a buscar trabajo. Navegué por cuanta página de empleos existía, hasta que después de seis largos meses buscando trabajo, me contactan de una prestigiosa auditora reconocida a nivel mundial. Después de pasar por entrevista con un gerente del área, entrevista psicológica y exámenes médicos, finalmente quedé!! estaba demasiado feliz...



Estuve tres años en esa empresa, luego me fui al extranjero por un año a cumplir uno de mis sueños, y al regresar (sin ningún peso en el bolsillo), necesitaba generar recursos para sobrevivir, y lo más inmediato que tenía era trabajar con mi papá (supuestamente mientras encontraba otro trabajo en Santiago). 
Y aquí estoy, a punto de cumplir tres años trabajando con mi padre en su empresa, algo que siempre vi muy lejano y porque nunca quise ser la hija de… creo que es bastante looser el pensamiento.



Cuando comienzas a trabajar para la empresa de tu padre en ocasiones, pasas de ser tú, es decir en mi caso Martina (nombre ficticio) a ser “la hija del jefe“. Es complicado a veces quitarte esa etiqueta, ya que parece que estás ahí justamente por ser la hija del dueño. Algunas veces te sientes frustrada, porque parece que por mucho que hagas, nunca se va a reconocer tu esfuerzo o qué importa que la “embarres”, total tu papá nunca te va a despedir.



En mi experiencia estoy de acuerdo en que trabajar con familia tiene beneficios personales y profesionales, de hecho el trabajo lo tenía asegurado desde antes de salir de la universidad, fui yo la que decidió no tomarlo, y no me arrepiento en lo absoluto, es más, creo que es enriquecedor trabajar en otra empresa antes que en la de la familia.

Aún recuerdo ese 1° de Agosto de 2017, me decía a mí misma “vamos, si es sólo un mes, que tan terrible puede ser”. En un comienzo el trabajo era sólo por un mes, la idea era ser apoyo en el mes de aniversario de la empresa, mes que por cierto es bien entrete. Las tareas me las asignaba yo misma. Comencé creando un fanpage de la empresa, al principio no prendió mucho, pero después con ciertas estrategias, logramos captar a un gran grupo de potenciales clientes.
Paralelamente, continuaba en mi búsqueda de trabajo. Postulaba y postulaba y no recibía ni siquiera un llamado citándome a una entrevista, y como mis deudas seguían estando a raíz de mi estancia en otro país, no me quedó de otra que seguir en la empresa. Me acordé tanto de mi abuela que decía “no escupas al cielo porque en la cara te ha de caer”. Y así no más fue, estoy trabajando en el lugar que menos hubiese pensado la vida. 
Mantuve pensamientos y actitud negativa por muchos meses, tal vez años, hasta que me dí cuenta que la mayor partes del tiempo lo paso en la oficina, y que si no mejoraba ese aspecto en mi vida, difícilmente podía estar feliz en otros ámbitos. Así que no sé como, pero estoy aprovechando las circunstancias que se han presentado en mi camino, la ausencia de personal que genera una mayor cantidad de trabajo, y con todo eso, me faltan horas del día para terminar los pendientes, lo cual es muy gratificante, porque sentarte a calentar un asiento, ay Dios que horror!!. 
Además, debo agradecer por tener empleo, tal vez no donde quisiera, pero que más da, lo importante es tenerlo, porque no sólo es para sobrevivir económicamente, sino que también mentalmente. 



Al principio me causaba gracia como todas las anotaciones las realizaban en cuadernos, las sumas, multiplicaciones con una calculadora y luego traspasaban los datos a un Excel (siendo que la tarde que gastaban en desempeñar una función, la hubiesen hecho en menos de media hora si tan sólo supieran lo básico de esta herramienta). Ver la pantalla del computador con papelitos de colores pegados alrededor en vez de usar el “sticky notes o notas rápidas”. Los uniformes que utilizan las trabajadoras eran estilo “secretaria de los años 90”, me causaban un poco de gracia. Para que decir a la hora de redactar una carta… eso ya requería días por lo menos jajaja. No es por ser mala, ni mirar en menos, pero el nivel de exigencia y presión son bajísimos en comparación con mi anterior trabajo.      

En lo que constantemente chocamos con mi padre-jefe, es en la visión del capital humano. Trabajé tres años en una organización E NOR ME, ahí obtuve una visión más completa de las relaciones profesionales. En esa empresa me tocó trabajar del otro lado de la moneda, como una trabajadora más dentro de los miles colaboradores.
Me acostumbré a tener jefes estilo líderes que lograban involucrar al colaborador (como nos llamaban), que nos desafiaban, nos felicitaban, pero sobretodo nos llaman la atención a puerta cerrada, JAMÁS delante de otras personas. En particular mi jefe, era un tipo de unos 32 años (yo tenía 25 años en ese entonces), tenía una pinta de cabro chico, pero abría la boca y todos quedábamos perplejos, definitivamente es un hombre brillante (y yo tan enamorada que estuve de mi jefecito). Era tan trabajólico que le apodamos "el robot", nunca se cansaba, vivía en la oficina, de hecho ahora es socio de la compañía. 

Por el contrario, donde mi padre existe el estilo “Patrón de fundo”, donde el respeto se gana a través del miedo, y es un constante hostigamiento. Los retos son en públicos y el acto de “wevonar”, se escucha para arriba y para abajo sin siquiera percatarse de quien se encuentra en las cercanías. Pero también tiene sus virtudes, conoce la realidad de las personas y eso hace que SIEMPRE paga los sueldos el día que corresponde, y si la persona encargada llegara a demorarse, uffff ardería troya. Es muy perfeccionista, lo que te obliga a serlo también.   



Pero hablar de ¿Modernizar el negocio?... IM PO SI BLE! Mientras siga él al pie del cañón, la empresa cada día se envejecerá y dejará de ser la empresa atractiva y exitosa que algún día fue. Las personas Narcicistas como mi padre, difícilmente pueden aceptar críticas, sugerencias, o pensar en que alguien pueda hacer las cosas igual o mejor que él. De hecho siempre recuerdo un día en la hora de almuerzo, en el que le comenté a mi padre por la posibilidad de cambiar el horario, y su respuesta fue la siguiente “¿A quién le voy hacer caso, a una pendeja o a alguien que lleva 30 y tantos años en la empresa?... con un tono despectivo a morir. Creo que desde ese momento, han sido muy poca las sugerencias que he dado, creo que nadie quiere que lo traten mal gratuitamente, ¿o si?.



Algo que recuerdo muy bien era cuando chicos y teníamos que trabajar para la navidad, año nuevo y 18 de Septiembre, en lo que se necesitara ahí estábamos, más bien, debíamos de estar, obviamente quien diría que no si ganábamos una platita extra para las vacaciones.

Inevitablemente tendemos a confundir los roles de hija y trabajadora. Todos vivimos en casa diferentes, pero la rutina diaria es almorzar en la casa de mi padre. Las conversaciones no son como el de una casa común, gran parte del tiempo escuchas “hijo ¿mandaste el cheque al proveedor X?”. “Martina (nombre ficticio) no te olvides que mañana hay camión del proveedor Y”. “Papá me escribió la señora Robles rojas que es del Palqui que tenemos pegada del año pasado, dijo que el viernes bajará y pagará las cuotas que le quedan del crédito”… Pero también tenemos almuerzos en silencios, conversaciones de políticas, y por supuesto almuerzos en que reímos y bromeamos.



Indudablemente no todo es tan malo, en algunas oportunidades sirve mucho ser la hija del jefe, ya que además de tener una estabilidad laboral, puedes salir dentro del horario de trabajo por trámites, retirarte antes de tiempo, pedir permiso sin que sea descontado a fin de mes, cooffee break, llegar más tarde, mayor cantidad de días de vacaciones que el resto, o unas “vacaciones sin goce de sueldo”, que es justamente lo que solicité yo hace poco más de un año para cumplir el sueño de conocer los cinco continentes. No sé si se me escapa alguna ventaja u oportunidades, pero no puedo negar que son bastantes y muy útiles para mi.

Con los años vas aprendiendo que lo que realmente importa es lo que tú pienses de ti mismo y que el mejor reconocimiento que puedes tener es sentirte orgulloso de tu trabajo, y saber que realmente te has ganado tu puesto. Quedarse siempre con el pensamiento "Hice todo y más de lo que podía"...



domingo, 7 de junio de 2020

Aventuras en París: la ciudad de la luz...


París se le conoce como la ciudad de la luz porque fue la primera ciudad del mundo que iluminó con sus calles y construcciones, lo que causó admiración a nivel mundial. París también es conocida como la ciudad del amorshhhhh, la capital de la modernidad y la ciudad de la moda. Esta ciudad alberga a más de 12 millones de personas 


Después de un vuelo de 14 horas en la aerolínea Air France, al fin toqué tierra en el aeropuerto Charles De Gaulle. Me habían dicho que era uno de los aeropuertos más grandes del mundo, pero creo que se quedaron cortos… es E-NOR-ME, de hecho es el aeropuerto más grande de Europa. Tiene 3 terminales (a su vez los terminales se dividen en pequeños sub-terminales, conocidos con números y letras, que están conectadas por metro... ¿un metro se preguntarán?... imagínense el tamaño que tiene si al compararlo con el aeropuerto de Santiago, es seis veces más grande. Así que claramente tranquila no iba...




Como soy buena para la pestaña (dícese de una persona que posee la capacidad de dormir por un prolongado tiempo), dormí gran parte del vuelo. En los ratos que estaba despierta, además de ver una de las cientos de películas del catálogo, sentía mucha melancolía y tenía sentimientos encontrados. Por un lado, en mi bucket list (que es como la lista de deseos antes de morir), tenía apuntado conocer los cinco continentes (en ese momento me faltaba Europa y Asia, eeeeella la recorrida...), pero por otro lado, es mi primer viaje desde que llegó mi exquisita sobrina, una preciosura que me tiene embobada, y sólo pensar en no la verla por 3 meses, me resultaba cuesta arriba. 
Pero la vida debe continuar... al fin y al cabo, todos debemos hacer lo que nos hace feliz aunque a veces debas dejar atrás a personas que amas. Además que un viaje no sólo es pasarlo bien y conocer; tengo la férrea convicción de que un viaje te zamarrea más que cualquier cosa y a veces lo que tanto planeaste algún día pueda cambiar en 180 grados.
Me bajé del avión (con el pompis plano, aunque en mi caso es casi imposible por la almohada natural que tengo, pero supongamos) entre ansiosa y temerosa de sólo pensar en lo que me esperaba. Pasé por policía internacional, uno de los lugares que me pone muy nerviosa… no sé, siento que me pueden detener jajaajajaj... y cada vez me pasa lo mismo, sufro al tener que pasar por ahí. 



En fin, estaba más helado que candado de fundo... imagínense que salí de Chile con 30 grados y llegué a París con temperaturas inferiores a 10 grados (de sólo recordar se me congela hasta el cerebro, por suerte traía una chaqueta a mano, sino hubiese quedado como un cubito de hielo).

Menos mal que contraté el servicio de transfer (me salió un ojo de la cara 50 euros... valor!! aprox $43.000, me desangré) para que me llevara al hotel, de otro modo y con la mochila tipo “mochilera” que traía y que lo único que hacía, era hacer peso hacia atrás. Tanto así que a ratos sentía que me caería de poto (igual exagero un poquitin, porque en los huesos no estaba). De todos modos hubiese sido un parto llegar al hotel. Existe otra forma vía metro que tiene un costo de 10,30 euros, algo así como $9.000 y toma alrededor de 25 minutos. De ahí haces conexiones según el destino final que tienes).. La otra forma es vía bus cuyo valor es 13 euros, $11.000.

Después de casi 30 minutos de viaje al hotel (Mercury), hice el checkin y me fui a mi alcoba. Sentí una sensación muy extraña, si tuviera que describirlo era como “bueno aquí estoy, ya conseguí lo que quería y ahora ¿qué viene?” (cuando me dí cuenta de mis pensamientos depres, me puse a pensar cuanto gasté en este gustito, y así mis pilas se recargaron en un dos por tres)… sacudí mis pensamientos, desempaqué, comí algo porque me sonaban las tripas (los que han viajado en avión sabrán los canapés que dan de comida), no me duché porque estaba muy frío... "Que asquito" dijo el cómico Argentino Alís.

Partí de inmediato a recorrer esta prometedora ciudad. Comencé por el símbolo de París…la torre Eiffel (si no conoces la torres, fracasaste como turista en París).
Emprendí mi camino hacia el metro. El valor del pasaje es 1,90 euros ($1.648 aprox.). Se compraba en máquinas, no existen las boleterías como en Chile. Me sentí tan huasa... menos mal que le pego al inglés sino todavía estaría tratando de comprar el boleto.


El metro es inmenso, tiene una cantidad de líneas que unen Paris de Pe a Pa, FA-BU-LO-SO. ¿De bonito?... cero, de hecho da como miedito al principio, pero es  sólo la sensación porque es full seguro y además que es un transporte muy útil y económico para lo caro que es París.

Al llegar a la famosa Torre Eiffel te revisan los bolsos, la entrada es gratis. Pero si quieres subir a los miradores de la torre ya eso tiene otro precio. Por subir a la segunda planta debes desembolsar 19,70 euros ($17.000 aprox) o si quieres subir a la cima te costará 25,90 euros ($22.000). Que cosa más impresionante (sentí como cositas en la guata, que emoción estar en un lugar que tantas veces vi en fotografías. Aunque reconozco que se ve mil veces más linda en fotos porque al verla en vivo y en directo, puedes ver los fierros oxidados, la verdad es que este monumento tiene un "buen lejos" como se dice. La torre es el símbolo de París y la mayor atracción turística de la ciudad a nivel mundial!! oh my Gosh, por eso  debe ser que sentí una especie de maripositas... ¿La altura?, 300 metros


Como viajaba sola, andaba con mi fiel amigo palito selfie.  Tuve que hacer malabares para tomar una foto completa de la torre con yo incluida (obvio!! sino me compro una postal), así que imagínense la cantidad de fotos que tomé para tener cuatro fotos "buenas", el resto salía con una papada horrorosa porque tenía que sacarle desde abajo. Pero gracias a una chinita, tengo unas fotos bastante decentes.

En mi recorrido por París y mientras cruzaba el puente del río Sena, me topé con una sesión fotográfica de una pareja de novios. El paisaje era espectacular, ya podía imaginar el resultado de esa sesión fotográfica. A un costado, estaban los invitados, cual de todos más elegantes con unas pintas... que sólo ves en París...



En las calles puedes ver una gran cantidad de restaurantes, la comida era sencillamente carísima, un plato normal en promedio podía costar unos 20 euros ($17.000 aprox.). Así que obligadamente apliqué supermercado. Su choclo con mayo y atún, sus sándwich, una que otra vez me daba un gustito. Quedaba mucho por recorrer como para derrochar en comida. Me llamaba la atención como en algunos supermercados no existían cajeras!!!!!!!!!!!!!! ni siquiera un supervisor, sólo personas que reponían, claramente estamos a años luz de tener esa cultura Europea. Y los precios, no estaban puestos en papel, sino que eran pantallitas digitales, que manejaban con un computador, nunca me había tocado ver algo así, too much teconología. 



Las tiendas están muy linda decoradas, las florerías, las tiendas de quesos, las carnicerías, todo parece como lugares de revistas de papel cuoché, algo así como esta foto.






Al día siguiente, Visita al Palacio de Versalles (Valor entrada 20 euros, unos $17.000 aprox, el recorrido por los jardines es gratis).  Fue construido en los años 1600-1700 con la finalidad de ser una residencial real. Además fue declarado patrimonio de la humanidad. Note lo puedes perder!!!!!
El lugar es lindo, bastante cultura, pero por la época del año los jardines estaban sequísimos, fue una lástima porque este tour se caracteriza por ver paisajes hermosos. De todas formas es emocionante estar en un lugar como ese. Es inmenso, lleno de historia... demasiado elegante.







(en la foto de arriba está el jardín como lo vi yo. En la foto de abajo aparece como es el jardín en época estival)


La verdad es que todo es lindo aquí, dí un paseo por el Sena después de pagar 15 euros ($12.000 aprox.). La persona que manejaba el bote era como Gianluca Vacchi (viejo rico), así que a falta de amor, bueno es recrear la vista. Pasé por la catedral Notre Dame, catedral gótica más famosa del mundo y que sufrió un incendio un mes después de mi visita. 


Me bajé en el muelle llamado Louvre para visitar el famosísimo Museo de Louvre, cuya entrada cuesta 15 euros ($12.000 aprox).








La verdad es que es muy emocionante estar ahí, son cuatro pisos repletos de cultura, hay mucho que ver, el tiempo se hace poco. Es un mar de gente queriendo sacar las mejores fotografías, porque si contamos a quienes iban realmente a ver cultura, creo que con suerte sería un cuarto de los visitantes.
Por supuesto que las personas vuelan a sacarse fotos con el cuadro de La Gioconda, más conocida como la Monalisa. Dentro de las esculturas famosas se encuentran la venus de Milo, Victori alada de Samotracia, entre otros (vean las fotos tomadas por mí :). 
Es divertido observar a las personas como van caminando y sacando fotos por montones a las esculturas y las pinturas, me imaginaba que no tenían la más remota idea de que eran ni lo que representaban (yo tampoco jajaaj) pero la cosa era tomar fotos. 
Me llamó mucho la atención como personas hacían croquis de las esculturas. Me topé con 3 o 4 personas sentadas en su mundo, como si el tiempo se congelara.

También visité el barrio MonMartre, un barrio antiguo que albergaba a los más famosos pintores de París. Nos encontramos con muchos locales comerciales, de comida, uno de los platos Franceses más conocidos en el mundo son los crepes. Así que me tuve que sacrificar con un crepes de nutella co plátano 4 euros, unos $3.500… pero que delicia!... todo sea por cultura general. 




En el recorrido pude admirar  el arco de triunfo, el hospital de los desvalidos, el Moulan Rouge (sólo lo vi de día y de lejos, porque la excursión era CA-RI-SI-MA. El precio por la noche con una champaña es de 120 euros, unos $100.000... demasiado derroche digo yo).





En esta ciudad no existe gente mal ajestada, cortes flaites, basura en el suelo, bocinazos; muy por el contrario. Las personas son muy educadas, agradables, siempre dispuesta a ayudarte. Con una pinta… cuál de todos más topísim@. Bueno, como no si París es famosa por la moda.  .



Amé Paris, es una ciudad bella, no le quitaría ni le agregaría nada. Mi única recomendación es visitarla con un o una guater@ con uñas. Con quien puedas envolverte en esta bella ciudad del amorsh que es París…