domingo, 26 de julio de 2020

Mi Ruta por Bali


Hay lugares a los que llegas de una manera y cuando sales de ellos terminas diferente, diferente a como llegaste, a como pensabas, eso es justamente lo que me pasó después de visitar la alucinante isla llamada Bali.
Bali es una de las 17 mil islas de Indonesia (255 millones de habitantes, 83% musulmanes), es una isla Hinduista con más de 20 mil templos. El 88% de los isleños son Hinduista quienes a diario celebran con música y cantos a su religión llamada Hinduismo Balinés.


Algunos se animan a afirmar que Bali es la isla de los dioses. Y no creo que estén tan errados. Sin duda es un destino mítico y soñado: sus hermosas playas, aldeas rurales, los cultivos en terrazas, y más, hacen de Bali la verdadera joya de Indonesia.
Después de tres horas de vuelo desde Kuala Lumpur (Malasia), aterricé en el aeropuerto internacional Ngurah Rai, ubicado en la localidad de Denpasar. Caminando hacia policía internacional, se asoma un “Welcome to Bali” decorado al puro estilo Balinés. Desde ese momento supe que mi estadía sería sorprendente. Traía una mochila llena de ilusiones, expectativas, era un destino que llamaba mucho mi atención, sobre todo después de ver la película “Comer, rezar y amar”. Para que les voy a mentir, igual se me pasó por la mente conocer a un tipo como el de la película... lo pensé antes de ver a los verdaderos Balineses jajajaja.



Me estaba esperando la camioneta del hotel que me llevaría a mis aposentos en un pueblo llamado Seminyak, a una hora del aeropuerto. El calor y la humedad no daban tregua, era sumamente desesperante. Me instalé en el hotel (no era tan lindo como en las fotos, pero tenía un no sé que) y sin tiempo que perder, partí a conocer el pueblo que quedaba a unos cinco minutos caminando. 

La calle principal y más turística, habían en su mayoría extranjeros. Muchos lugares de comoda (pitucos, normales y las “picadas). Los lugares de masajes abundaban al igual que las tiendas de souvenirs. Ese se convirtió en mi paseo diario al atardecer. Mi lugar favorito y al que iba todos los dias, era el supermercado “Bintang”. Ahí compraba la comida, la famosa caja de choclo con mayonesa, el tarro de arvejas y el tradicional helado “Mega”. Los precios de los alimentos eran bien parecidos a los de Chile.  Me daba pena Y “lata” ir sola comer o a tomar algo, no soy tan entradora como para conocer gente. Además que me deprimía un poquitín ver a tantas parejas y grupos de amigos pasando por la calle desparramando carcajadas..



Como viajaba sola, tuve que contratar a un guía privado que hablaba español. Allá dicen hablar inglés, pero es bien poco lo que se habla. Mi guía era el Sr. Gomez. Un señor de aproximadamente unos 65 años, me recogía en el hotel y me llevaba a recorrer la isla por 60 dólares diarios. No es un monto menor, considerando que arrendar una moto (que es el mayor medio de transporte) por día te costaba unos 5 dólares más el gasto de bencina, pero que allá el litro costaba medio dólar (vendían la bencina en botellas de bebida, e sorprendió), bastante menos de lo que pagué yo por ir sola y más encima cobarde.




Porque ni en broma me subía a una moto… el tráfico es caótico, especialmente en los lugares más visitados, las carreteras están en estado deplorable y las señaléticas de tránsito, brillan por su ausencia... así que “no way”… cerré los ojos y desembolsé 180 dólares por tres días de tours.
El primer día me llevó a un espectáculo de un ritual estilo Balines, reconozco que casi me quedé dormida, no se entendía nada lo que pasaba. Sólo entendí que aparecía un animal y que lo mataban. Sinceramente  ahí pequé de ignorante. Visitamos el templo de los monos, muchísimo turista intentando tomar la mejor fotografía. La verdad es que he visto tantos monos en mi vida, así que ma estadía fue cortita y así aprovechar de conocer nuevos sitios.



Seguimos hacia uno de los templos más importantes de Bali, el templo de la purificación conocido como Tirta Empul Temple (declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco). Para entrar a los templos de Bali hay que llevar puesto un sarong (el típico pañuelo que se pone en la cintura como una falda tanto ellos como ellas). En la mayoría de los templos está incluida en el precio de la entrada (aunque una propina siempre es bienvenida) y en otros los arriendan por medio dólar.




Este Templo, es un lugar considerado sagrado por los poderes mágicos del agua donde los peregrinos pueden bañarse en búsqueda de purificar su alma. Yo no lo hice SÓLO porque había mucha fila… no porque haya creído que me quemaría al entrar en contacto con tanta pureza…
Muy cerca de ahí estaba un espectacular campo de arroz. Simplemente maravilloso!! 



Finalmente pasamos a un lugar donde producían el café más caro  del mundo llamado café “Luwak”. Recibe este nombre por el animalito que hace el trabajo para que nosotros nos deleitemos con una taza de café. Lo particular de este proceso, es que el café es excretado por el luwak después de haber comido la semilla que en estado natural es verde y duro. Una tacita de degustación costaba casi 4 dólares!!!!!! Mucho derroche pensé yo… pero después me dije a mi misma “misma, ¿volverás algún día a Bali?”, así que pedí uno. Me dispuse a probar el tan preciado café y… no me gustó!! Tiene un sabor más bien amargo, los que saben de café seguramente entenderán de estas cosas, yo con un “Caramel Machiatto” del Starbuck soy feliz.




Al tercer día nuevamente me recoge el Sr. Gómez, siempre con su sonrisa y “acachao de conversa”. Era demasiada información, ni siquiera alcanzaba a anotar en mi cuadernito. Nos dirigimos a un lugar en el que hay dos templos, el más visitado y famoso Tanah Lot. Está situado sobre una gran roca que llega a cubrirse casi por completo cuando la marea es sube. Ahí mismo por una donación (porque en Bali todo es plata) te purifican. Aquí tampoco lo quise hacer, necesitaría demasiado tiempo y tenía mucho por conocer aún jaajajajajaj. Justo en frente, se ubica el pequeño Templo Pura Batu Bolong.



Avanzamos hasta el Templo Aman Ayun (también conocidos como templo del bello jardín, porque está rodeado de exótica vegetación. Se constituye por varias pagodas de diferente tamaño.... impresionante la verdad). Finalmente llegamos al templo Begudul (el ícono de la isla de Bali. Tres templos en uno. En ese lugar además está construida una mezquita, eso indica que existe una mezcla  de culturas totalmente opuestas, donde sólo aquí en Bali han aprendido a convivir).





Al cuarto día me recogió el hijo del Sr. Gómez. Debo decir que me sentí muuuuuy incómoda durante todo el tour. Hablaba de mujeres, sexo, pornografía. Me imaginaba que era porque en Indonesia, todo es tipo años 70’, vírgenes hasta el matrimonio. Y al parecer, es más común de lo que uno cree, que los extranjeros buscan tener un “touch and go” con los isleños. En este país y como en la mayoría de los Asiáticos, la pornografía está prohibida, es más, puedes ir a la cárcel si te pillan viendo pornografía. De hecho las páginas están bloqueadas, TUVE que meterme, tenía que comprobarlo por mis propios ojos jajajaja, ya veía que llegaba la policía a buscarme por intentar ingresar a una página porno.



El primer destino era el pueblo llamado Penglipuran. En el camino pasamos por un área de 175 hectáreas de Bamboo. El pueblo es pequeño, viven solo 76 familias, cada casa tiene su tienda (al estar alejado no hay lugar donde trabajar). Cada casa tiene número y están escritos los nombres de las personas que allí habitan.







En una parte de la casa, tienen una especie de altillo que es donde realizan ritos, nacimientos o dejan a los muertos antes de enterrarlos, y pasado 4-5 años lo desentierran y queman lo que queda y las cenizas son arrojadas al mar.
En la isla puedes ver en casi todas las puertas una de ofrendas como agradecimiento a sus dioses. Son conocidas como “canang sari”, son preparadas por los balineses, hechas a mano con hojas y dentro llevan arroz, galletas, caramelos, sal y flores. La realizan tres veces al día. Por la Mañana es para la buena suerte; Antes de comer es para dar gracias por la comida y por la Noche es para dar gracias por la vida



Luego fuimos al famosísimo Templo Pura Besakih, más conocido como templo Madre. Es el más grande y más sagrado de los templos de Bali. Está compuesto por 22 templos diferentes. Está muy cerca del volcán que entró en erupción justo antes de llegar a Bali. Por suerte, ese día no había ceniza,  ni alerta, así que pude conocerlo. Es que se vas a Bali y no conoces este Templo, es como una aberración.




Finalmente visitamos el templo Kehen. Este Templo protege de los terremotos. Por un lado tiene el Símbolo de una tortuga que representa el agua, y por otro lado el dragón que representa al fuego, Si los dos entran en contracción se producen los terremotos. Los fieles lo visitan para rezar para que no ocurran terremotos.






El quinto y sexto día los deje para descansar, caminar y relajarme en la piscina del hotel. Aunque no faltó una persona que me hizo un encargo cacho… eso no puede faltar! Mi mamá me pidió que le comprara relojes porque allá las imitaciones son espectaculares y baratas. Según ella era saliendo del hotel, a mano derecha y recto recto. Cuando voy chequeando en internet… eran casi 6 km hasta la tienda... en un lugar con ese clima, créanme que 6 km es bastante. De hecho era en otra ciudad llamada Kuta. Pero como le iba a decir que no. Así que llamé a un taxi y me dejó en la relojeria, habían cientos de relojes, pero el presupuesto de inmediato me acotaba a un cuarto. Compré  y regresé caminando al hotel. Para que les cuento lo al jugo que llegué… la ropa estilaba y mis deditos con ampollas de tanto caminar… y lo peor, es que al día siguiente tuve que ir de nuevo porque le gustaron otros que les saqué foto… me quería morir!! Igual me daba pena porque me decía “si puede no más”… obvio que podía, así que ooootro sacrificio, aunque después venía la recompensa de hacer nada tirada en la reposera en la piscina del hotel.
De Seminyak me fui a otro pueblo llamado Ubud. Que fue donde se filmó la película que les comenté anteriormente, “comer, rezar y amar”. Eran 30 kilómetros de distancia, yo calculaba estar en una media hora en Ubud, pero no! Dos horas de viaje en tan sólo 30 kilómetros… me quería morir!! Las calles son pésimas y el tránsito es terrible, lo importante es que llegué (El hotel pese a ser 3 estrellas, era espectacular. Si que es cierto lo que dicen del lujo Asiático. En otro país por tres estrellas, con suerte tienes la cama y una tv).



En esta parte del viaje me dediqué a perderme por Bali sola, descansar, empaparme un poco más del día a día de las personas. Nada de tours, taxi (algo que me llamó la atención es que grab, que es lo mismo que uber pero de allá, está prohibido. O sea discretamente lo puedes usar, pero si te pillan los isleños te metes es serios problemas).



Mi madre me decía “En Bali los masajes son muy pero muy baratos”, tenía toda la razón. No podía creer que una hora de masaje pudiera costar 7 dólares, de ahí en adelante todos los días iba a un salón de masaje, quedaba adolorida entera si, porque suaves no eran. Yo me hacia el masaje “Balines”. Yo nunca me he hecho masaje descontracturante, pero me imagino que el Balines es una mezcla entre el descontracturante y el de relajación.



En uno de esos lugares conocí a “Rupy”, una chica de tan sólo 16 años. Rupy era una típica Balinesa que iba al colegio y al salir trabajaba como masajista. No hablaba mucho inglés, pero nos hacíamos entender. Me preguntaba que con quien viajaba, le conté que sola, que venía de recorrer algunos países de Europa y de Asia. Le causó extrañeza, porque las mujeres allá conocen con suerte su pueblo y el del lado. No siempre terminaban el colegio, estudiar en la universidad era como “que me estás hablando, ¿qué es una universidad?... muy distinto a nosotros, pero no por ello peor o mejor. Como dice mi mamá “no conocen otra realidad”.




Me contaba que había conocido un chico que le gustaba, pero que aún los papás no lo conocían (y pensar que yo a esa edad ya había pololeado tres veces, claro que esos pololeos más tiernuchos, no como los de ahora que son tres cucharadas y a la papa).
En esos paseos, conocí a una protectora de animales de la cual tengo una pulsera puesta de recuerdo que se llamaba “Bali Animal Welfare”. En general en Bali, manejan muy mal. Es la ley del más fuerte. Era bastante común escuchar gritos de perritos que los habían atropellados, eso era pan de cada día. Conversando con las dos chicas que ahí estaban, me contaban que era muy difícil sacar esta causa adelante. Primero por los recursos y segundo porque la gente no se interesa en proteger a los animales, ellos más bien son bastante brutanteques como se dice. Eso fue una de las cosas que odié de Bali.



En esos mismos paseos, fui a la famosa feria de artesanía de Ubud. Era E NOR ME!!... cientos de puestos de con diferentes tipos de artesanías. Era normal escuchar o ver gestos de regateo. Algunas veces conseguían la artesanía por menos de la mitad del valor original, en mi caso, me costaba un montón, no salí buena regateando, aunque las últimas veces ya me iba acostumbrando, de hecho me compré vestidos por mitad de precio..




Y así iban terminando mis días en esta deslumbrante isla… Bali me provocó una resistencia cultural potente.... o sea, si crees que es caribe, estás muy equivocado. La palabra tranquilidad sólo existe en el hotel y en los templos, porque andar por las calles es algo te rri ble!! que en mi vida había visto. De hecho creo haber visto 5 semáforos en Bali, la palabra respeto por el peatón no existe, es una verdadera jungla, y mientras vas caminando escuchas cada 1 minuto: “¿taxi?” “¿Massage?”. Por unos momentos llegué a odiar Bali, quería correr y refugiarme en mi habitación del hotel. Pero luego y no sé cómo ni en que minuto, terminó gustándome. Mi mamá me decía “tengo el olor de Bali pegado”, y yo pensaba “que estará hablando”, y claro, es un olor bien particular que sin duda podría reconocer.
Creo que Bali ha sido por lejos, uno de los pocos lugares que he visitado (y vaya que no han sido pocos), que me han dejado con una angustia y un nudo en la garganta. El trayecto al aeropuerto lo sentí muy triste, mis ojos no dejaban de derramar lágrimas. Pese a que dentro de todo aproveché mis casi diez días en la isla, siento que el verdadero goce no lo viví al comienzo, y eso me provocaba tristeza y hasta impotencia. Entender una cultura tan distinta a la mía fue muy muy difícil. No podía soportar escuchar bocinas, gritos, personas ofreciendo masajes o taxi cada 20 metros, el poco cuidado con los animales, era algo que no podía tolerar, me superaba. En serio que lo intentaba pero los primeros días fueron desesperante,  Me costó mucho entender una cultura tan distinta a la mía. 
Tal vez ese cambio, se produjo a raíz de una conversación que tuve con mi madre. Ella ama Bali, ha ido más de una vez y volvería mil veces. En esa conversación me dijo "hija, disfruta ese lugar, cuantas personas desearían estar en tu lugar... imagínate en un mes más estando en Chile y pensar en cuantos momentos desperdiciaste". No estoy segura, pero creo que eso puede haber sido el gatillante para comenzar a disfrutar las innumerables bellezas que puedes descubrir en Bali... 

Ahí comprendí que Bali es una caja de sorpresas…


domingo, 19 de julio de 2020

El “amor” en tiempos de Tinder.


Este tipo de aplicaciones tiene todavía un peso social que se relaciona más con el sexo que con el amor, o así parece. Hay un tabú sobre conocer a alguien por Internet y enamorarse, ¿por qué? Tal vez porque nuestra idea del amor romántico nos lo prohíbe.


Pero... ¿Qué es Tinder?... es una aplicación de citas para conocer a personas cercanas con las que ha habido un interés en forma de match. El match es cuando dos personas se gustan mutuamente. Entonces sí podrán chatear e iniciar una conversación. Si una de las dos personas no está interesada, no podrán conocerse. Tiene dos opciones, un corazón que es el like y una X con la que descartas a la persona.


Antes de esta experiencia ya había usado Tinder, pero no había llegado a nada más que un “podríamos juntarnos”. Siempre encontraba una excusa para no hacerlo. Al parecer lo mío funciona al revés: Conocer, gustar, chatear. Tal véz por eso nunca me atreví a dar un paso más allá, hasta que descargué nuevamente la aplicación.


Todo comenzó en Septiembre del año 2019, cuando mi madre me cuenta que la hija de una amiga que está soltera, conoció a su nueva pareja por Tinder (igual tuvo “cuea” pensé yo). Personalmente, tenía pésimos recuerdos de esta aplicación. Como les conté, hace unos años atrás la instalé, hice match con puros pelmazos que claramente tenían pareja, así que que en ese entonces, decidí no juntarme con ninguno. No me quería casar ni mucho menos, pero tampoco estaba para ser la amante de nadie.


Esta vez decidí hacerle caso a mi madre y descargué la aplicación. En la ciudad donde vivo es casi imposible conocer a alguien, creo haber apretado un “like” no más de tres o cuatro veces; pero hubo uno de ellos que me pareció conocido, no tanto el rostro, pero si el apellido. Hice la conexión entre el apellido y las fotos que todas eran de viajes, ahí supe inmediatamente quien era.



Hicimos match, pero no empezamos a chatear de inmediato, de hecho yo lo había dado por descartado. Hasta que un día Jueves por la mañana, suena mi celular, nada más ni nada menos que era Clemente (así lo apodaremos), el chico viajero me estaba escribiendo por el chat de tinder. 


En pocos minutos nos reconocimos, me contó que mi mamá siempre le posteaba cuando subía fotos del viaje que hizo por el mundo. Y él por mis fotos sabía que uno de mis placeres era viajar y conocer el mundo. 


Después de unos minutos, me pidió el número de teléfono para conversar vía whatsapp, desde ese momento hablamos todo el día, yo estaba en el campo, él en La Serena. 

Las conversaciones era súper entretenidas, incluso me reía sola en algunos ratos, me decían "él que sólo se ríe de sus maldades se acuerda". Igual me imaginaba la cara de estúpida que debía de tener.



Seguimos conversando hasta que el viernes en la noche, le propuse que nos juntáramos al día siguiente después de mi trabajo, a  lo que él quisquillosamente aceptó.

Anduve todo el sábado con la guata hecha nudos, por un lado quería que llegara la hora, pero por el otro me daba “cosita” que pasaría cuando lo viera en persona.


Salí del trabajo y me fui a la casa de mi hermana que vive a dos cuadras de su casa. Así que pase a echarme una manito de gato antes de pasar por él. Mientras caminaba a su casa, tiritaba entera, iba ultra nerviosa, estaba a punto de desmayarme, en instantes me decía a mí misma: “en que estabas pensando”… Pero como dicen, ya estaba montada en el macho. Llegué a su casa, le escribí que estaba afuera. Salió de inmediato!!! Qué situación más incómoda… no sabía que decir, era como “mmmm y ahora que hacemos, cri cri”, yo era novata en todo esto, al parecer él no.



Nos saludamos de beso en la mejilla y partimos caminando hacia el centro... me impresionó lo alto que era!!!! yo creo que le llegaba con suerte a los codos, me sentía como un tacuaco caminando a su lado, tenía que mirarlo hacia arriba... matao!!. 
Recuerdo que andaba con un pantalón y con polera manga corta. En el trayecto hablamos puras vanalidades. Llegamos a la plaza de la ciudad y como no nos íbamos a sentar en la plaza, decidimos entrar a un salón de té. Él pidió un jugo y yo una jarra de té.



Yo lo miraba de reojo, recuerdo que no me gustó en esa salida, pero tampoco era capaz de mirarlo a los ojos, sentía que me ponía colorada de tan sólo mirarlo 5 segundos. No podía mantener el contacto visual con él. Tenía una mirada muy profunda y me miraba fijamente, me sentía realmente intimidada, y eso que tímida no soy.


No nos paraba la lengua en ningún momento. La mayoría del tiempo hablamos de viajes,  de lugares increíbles, culturas, comidas. Él era más aventurero que yo, es de quedarse en hostales y conocer gente en el camino, yo una viajera tipo tres estrellas. Definitivamente los viajes era algo que nos unía fuertemente, algo que no me había pasado antes. 
En un momento me paré al baño (como soy tan buena para el pis y con los dos litros de té que me estaba tomando), sentí que me miró todo el rato, más intimidada imposible!! Cuando iba de vuelta a la mesa, no me quitaba los ojos de encima. No es que fuera jote ni mucho menos, él es así.


No nos dimos cuenta cuando ya eran las 8pm. Estaban por cerrar y ya estaba oscureciendo. Yo estaba muerta de frío. Me pasó de puro coqueta porque andaba trayendo chaqueta... pensándolo bien había que mostrar la mercadería. Caminamos de vuelta a nuestras casas conversando de lo humano y lo divino, nunca tuvimos un minuto de silencio, es más, creo que podríamos haber seguido charlando por mucho tiempo más.



Me pasó a dejar a la casa de mi hermana, nos despedimos con un beso en la mejilla y un “estuvo entrete, gracias, hablamos” mmmmm ok! Sería la cita pensé yo… cuando al rato mientras me fumaba un pucho con mi hermana, recibo un mensaje de Clemente para saber como había llegado y que le había parecido la cita. No supe mucho que responder, sólo que deberíamos de repetirla. 


Las conversaciones seguían siendo entretenidas, profundas, pero cada vez iban subiendo de tono y de importancia… a los dos días me invitó a su casa. Me puse más nerviosa que la primera vez. Ir a la casa de los papás… eso si que me daba cosita. Pero quería verlo, así que me eché la vergüenza al bolsillo y llegué a su casa. Me estaba esperando con el portón abierto para que guardara el auto (me sentí por un momento como reina).



Entramos a la casa, no se cual de los dos estaba más nervioso. Me ofreció algo de la cocina. Decido tomarme un té y Clemente también se toma uno. Al rato llegan los papás!!!!!!!!!!! 1, 2, 3 ME QUERÍA MORIR!! No pasaba por eso hacía muchísimo tiempo. Y fue como “Ella es Camila, una amiga”. La mamá me reconoció en tres tiempos. El papá al parecer también, pero no por los viajes, sino porque uno de mis ex fue compañero de curso de Clemente jjajjajajajaja.



Después del té nos fuimos a sentar en el living. No sabía si sentarme cerca o no de él, no sabía cómo actuar, que decir, parecía pendeja de 15 años. Nos sentamos en el mismo sillón y conversamos por horas, mientras mi corazón latía a mil por horas. Ninguno de los dos intentamos algo. Me fui a mi casa totalmente frustrada, tuve tantas oportunidades y no tomé ninguna. Aunque debo reconocer que algo que me gustaba de él es que siempre fue muy respetuoso conmigo, claramente si yo no daba el primer paso, no pasaría nada.


Esa noche seguimos chateando cada uno en su casa. Nos reclamábamos el uno al otro de que no pasó nada. Al día siguiente me volvió a invitar a su casa. Nuevamente me vieron sus papás, de seguro pensaban que algo pasaba. Y no se equivocaron. Justo los padres tenían que ir al supermercado, así que nos quedamos solos, fue como cri cri nuevamente. No se como pero en dos segundos nos estábamos besando. Yo estaba mirando hacia el jardín y al voltearme para seguir la conversación y me tomó por sorpresa. Mi corazón latía a mil por horas, hace tiempo no me sentía así, era una mezcla de emociones, así como cuando pinchabas en el colegio, cuando todo era escondido y el condimiento principal era la adrenalina. Aquí me pasaba lo mismo, porque en cualquier momento llegaban los papás del súper. Y así fue, nos tomamos una taza de té mientras conversábamos con sus papás que estaban cocinando. Por un momento me sentí tan a gusto en esa casa, tan bienvenida, tan acogida....



Y así continuaron los días, claramente los nervios ya no eran los mismos, pero las sensaciones permanecían. Yo disfrutaba con sus besos, sus abrazos, su manera de ver la vida tan distinta a la mía. Pese a que no estaba haciendo lo que el quería, veía la vida de una manera optimista. Yo amaba ir a su casa y sentarme en la cocina o en el patio a tomar esa inolvidable taza de té con canela. Ese té que tantas veces calmó mis frustraciones, alegró mis días, me hizo vibrar, pero que lamentablemente un viaje de sólo 400 kms, hizo que todo cambiara. Esa entretenida y escondida amistad con derechos, se desmoronó como un castillo de naipes. No sé la razón, sólo sé que pasó. Estuvimos siendo amigos con derecho por casi dos meses, nunca hablamos de compromiso, muy por el contrario, la libertad era un bien preciado para ambos. Hasta el día de hoy somos amigos, no hablamos muy seguido pero sé que ahí está. Tengo los mejores recuerdos de esa experiencia en Tinder. Cada vez que abro las cortinas de mi departamento recuerdo al chico viajero. Puedo ver su casa desde mi ventana. Los té con canela ahora tienen recuerdos, y hablar de viajes y de historias forman parte del pasado. Por unos dias Clemente fue mi alegría, mi hombro, mis suspiros, mis penas, mi motivación, mis deseos... Clemente... mi dulce Septiembre... (así como película de Keanu Reeves y Charlize Theron, "mi dulce Noviembre)).



Disfrutaba hablar con él. Teníamos gustos similares. Su sentido del humor era de esos que te enamora. Pero no éramos más que para lo que fuimos, un par de amigos con ventaja…


domingo, 12 de julio de 2020

Vivir sola.. y feliz!!



Vivir solo es mucho mejor de lo que en principio pudiera parecer y es que, según las estadísticas, la mayor parte de las personas que viven solas son  más felices. Por eso, cada vez más personas toman la decisión de vivir en soledad y, según estudios, la mitad de las viviendas estarán habitadas por una sola persona.


Y Sí, lo admito. Muchos de los que vivimos solos amamos la soledad y una de las cosas que más apreciamos es que llegamos a una casa vacía donde nadie nos abruma con más problemas. No hay nada como llegar a la tranquilidad de mi apartamento. Tener la certeza de que encontraré mi casa como la dejé no tiene precio. Nadie se hará responsable de tus cuentas, pero tampoco tendrás que rendirlas a nadie. Podrás comer lo que quieras, cuando y donde quieras, incluso sentada en el sillón o “echado” en la cama viendo una película.

Desde los 18 años que he vivido sin mis padres. La primera vez cuando entré a la universidad en Santiago. La segunda vez fue cuando mi hermana se mudó desde Viña del Mar a Santiago y vivimos alrededor de ocho años. Otros cuatro años viví en el departamento familiar en Santiago con mi mejor amigo de ese entonces; y ahora ya llevo tres años viviendo sola, en el que es para mí, el mejor lugar del mundo... mi rinconcito. No es grande, pero cada detalle lo hice pensando en que fuera un lugar al que desearía llegar todos los días.


También he vivido en otros países: a los 16 años viví en Australia por 6 meses, por un intercambió escolar. Viví con una aussie family, bastante distinta a mi realidad, pero no por eso dejo de ser maravilloso. A los 23 años, me dio la locura y los ahogos de la Olguita Marina así que partí a La Paz, Bolivia. Allá viví dos meses en la casa de un amigo con sus padres y su hermano, los que se convirtieron en mis suegros y mi cuñado. A los 28 años, cumplí un sueño que tuve toda la vida; hacer un voluntariado. Ese año se dieron todas las condiciones para llevar a cabo mi sueño, así que postulé y quedé. Al mes estaba viviendo en Puerto López (Ecuador) ayudando en la conservación de tortugas marinas y el medio ambiente. 


Al regresar de Ecuador, tuve que ir a vivir con mi padre, algo que no hacía desde los 18 años. Gocé de 11 años de libertad, mi bien más preciado. 
Él es de la vieja escuela, su lema es "mi casa, mis reglas", así que me tenía que acomodar a sus horarios. Pensar en salir de noche era una pérdida de tiempo, no por el permiso, sino porque se despierta hasta con el maullido de un gato. 
Las comidas tenían un horario fijo: desayuno 8am, almuerzo 12:40pm, comida 7pm. Después de comer venía el infaltable puchito. Cuando llegaba la hora de ir al sobre, me invitaba todo entusiasmado a ver Animal Planet hasta las 10pm cuando ya empezaba a cabecear. Amaba ver como los leones se comían a los más débiles, las peleas entre ellos era lo que más disfrutaba... y yo con lo que más sufría.



Yo no estaba del todo cómoda, pero sabía que después de tanto tiempo, volvió a sentirse acompañado. Lástima que mi estadía no duro mucho. A los 3 meses de vivir juntos, comencé a buscar un departamento. Después de ver unos cuantos, encontré el perfecto, el que reunió todas mis necesidades. A las dos semanas estaba firmando en la notaría, y a la semana siguiente, me estaba mudando a lo que sería mi nuevo hogar. 



Está ubicado en un Cuarto piso, sin ascensor (imagínense como llego arriba cuando voy cargada... casi sin respiración). Tiene tres habitaciones, un baño, living-comedor, cocina y una pequeña loggia. Lo mejor de este departamento es sin duda la vista. Sentada cómodamente en el living, puedes ver la ciudad completa. Cuando despiertas, puedes ver desde la cama un lindo amanecer, es realmente bello. 
El departamento es pequeño, pero muy acogedor. Es el típico departamento de soltera decorado con una con mezcla de estilos. Una de las piezas pronto se convirtió en un escritorio que alberga mi colección de libros, y un mueble de escritorio el cual nunca he usado, pero está ahí para cuando algún día me convierta en una reconocida y famosa escritora de columnas jajajajajaa...  me tengo harta Fé, sino me la tengo yo, quién.   


El lugar que más me interesaba quedara confortable, era mi pieza. Al fin y al cabo es el lugar donde pasaría la mayor parte del tiempo. Me preocupé que fuera una cama de esas que te guiñan el ojo para que te acuestes, y una TV que me seduzca para ver una película. Pero todo sencillo, según yo, quedó perfecta... 
La decoración en general es bien minimalista, y a pesar de que ya han transcurrido tres años desde que vivo aquí, luce como un departamento piloto, no es que sea maniática de la limpieza, pero llegar y ver todo ordenado es una sensación indescriptible. Los días martes es el día del aseo. Pongo música alegre, me cambio de ropa por la que tengo destinada para hacer los quehaceres del hogar, me hago un “tomate sexy”, preparo los menjunjes, y a limpiar se ha dicho!.


Cuando me fui de la casa de mi papá fue como “uffff que alivio, al fin sola”. Pero me dí cuenta que esos 4 meses que compartimos, retomamos lazos que estaban latentes, pero que seguían ahí. Y que claramente, este distanciamiento haría que inevitablemente ese lazo y complicidad, se durmieran otra vez. Comer juntos, fumarnos un puchito o ver animal planet, sería parte del pasado.

Mi partida definitiva no duraría mucho. De hecho partió con el pie izquierdo... cuando iba a tomar la primera ducha del primer fin de semana, me salió el agua fría... así que en pelotillehue salí a la loggia para revisar el calefont (me las dí de técnico). Moví cuanta perilla tiene, pero fue imposible, el agua seguía saliendo como hielo. Así que partí con la cola entre las piernas a la casa de mi papá que está muy cerquita. 

Me tuve que quedar dos días hasta que me arreglaron el calefont. En el intertanto, me llaman de post venta para arreglarme unos detalles que objeté en la entrega. Uno de ellos era la pintura de algunas paredes y del techo. Como el olor es tóxico (según yo y mi exageración), le dije a papá si me podía quedar dos días más con él hasta que el olor desapareciera. Creo que fue una excusa para postergar mi ida a vivir sola, pero pucha que aproveché esos últimos cuatro días con él.

Ya estaba todo listo para comenzar mi nueva etapa, pero había algo que me frenaba. Se me apretaba el pecho de sólo imaginar a mi padre sólo en esa casa. Sabía que debía pensar fríamente, lo que estaba haciendo es la ley de la vida, como dice mi mamá los hijos son prestados.  


Con el pasar de los días, la angustia iba disminuyendo y la alegría de tener MI ESPACIO era cada vez mayor. La rutina era prácticamente la misma, el tiempo que pasaba en casa era escaso, pero cada día amaba más llegar a casa. 
Cada noche dejaba todo listo para el siguiente día. Mientras cambio mi ropa de trabajo por ropa de "calle" como dicen en Ovalle, aplicaba spotify. Escucho desde perreo intenso hasta esas canciones que vienen con un cuchillo de regalo. Por unos instantes me "echó" en la cama o en el sillón a mirar el techo. Qué sensación más agradable!! en ese entonces, era el mejor panorama que podía tener, sabía que nada ni nadie podía interrumpir mi tranquilidad.


Comer en el comedor fue reemplazado por comer en la cama, sin que nadie estuviera diciéndome “cuidado con el cobertor”. Los horarios dejaron de existir, el escuchar “a la mesa” o “ya es muy tarde para que estés despierta” se esfumaron. La puerta del baño era invisible, nadie entraría en él. Podía llorar, gritar, tirar cosas, pegarle a los cojines sin que nadie me juzgara o me preguntara; ¿Estás bien?.  La comida congelada o instantánea sabían deliciosas, eso de ensuciar la cocina… definitivamente no era lo mío. El choclo con mayo, la palta y el atún, se convirtieron en mis aliados. Dejar la cama sin hacer un día o dos, no era problema. Tomar bebida del envase dejó de ser prohibido y no era tan placentero como cuando lo hacía a escondidas. Caminar, saltar o correr por el departamento en "paños menores" o desnuda, se convirtió en una práctica de lo más normal, apareció la exhibicionista que llevo dentro. Poco y nada me importaba tener vecinos al frente.
El avisar o pedir permiso para invitar a alguien o pasar la noche fuera de casa, pasó a la historia... Cuando vives sola y te mantienes por tu cuenta, puedes invitar a casa a quien se te dé la gana. Nadie te juzgara si llevas a uno o a mil amigos, sobretodo después de haber vivido esos 4 meses con un conservador empedernido. Mis padres jamás me permitieron estar en la pieza con un pololo, ni siquiera con la puerta abierta. Para que decir de las vacaciones, para ellos salir con el pololo de vacaciones sin casarse... era un sacrilegio. 

Pero para algunas personas el hecho de vivir sol@s es casi imposible. Si bien es cierto que para algunas personas es magnífico, algunas sufren porque la palabra responsable tiene que sí o sí aparecer en el diccionario, no hay opción. Tienes que aprender a ser responsable de tus gastos, de la limpieza y de cuidar de ti misma; si tú no lo haces, nadie vendrá a echarte una mano. También aparece en algunos casos la palabra "Soledad". Si bien es cierto genera paz, puede que en ocasiones sea demasiada y extrañes compartir y echar la talla con otros. En los esos momentos de resfrío o malestar, tener un compañero que te ofrezca una taza de té, un abrazo, para algunos es algo que no tiene precio.



Después de tres años viviendo así, claramente no lo cambiaría por nada del mundo. El compartir mi tiempo y mi espacio con alguien más, es todo un temón. Pensar en llegar y verle la cara a alguien... no sé si lo toleraría. Mis tiempos ya no serían solo míos. Ya no podría cantar y saltar como loca por el departamento. No podría pasar horas dándome un baño de tina, o simplemente tener el silencio para leer o escribir.



Es más, muchas mujeres simplemente han decidido impulsar su carrera profesional y vivir solas. Tienen claro que no se van a casar, que no van a tener hijos y que siempre vivirán solas. Tienen sus actividades y aseguran que con esto ya tienen bastante. Y actualmente la satisfacción sexual ya no es un problema, pueden prescindir de eso u optar por un amigo a pila que no les exija nada.




Vivir solo requiere tiempo, dinero y esfuerzo, pero vale la pena. Pocas cosas son tan satisfactorias como tener tu propio lugar, aunque sea chico, grande, comprado o arrendado. Así que disfrútalo, te lo mereces.

Creo que es muy saludable pasar tiempo a solas.
Necesitas saber cómo estar solo y no ser definido por otra persona.”
Oscar Wilde.