jueves, 17 de septiembre de 2020

Carta a mi ex mejor amigo…

Bueno, he aquí la despedida que nunca leerás…

Si supieras el cambio que produjo en mi vida ese domingo 30 de diciembre, te darías cuenta lo mucho que te quiero y te extraño… Después de casi dos años desde aquél fatídico día, nos convertimos en un par de desconocidos, después de haber compartido una amistad incomparable por más de 12 años… ¿Los motivos?... no van al caso, lo importante y con lo que me quedo, es que tuve la dicha y el privilegio, de haber tenido un amigo como tú: leal, sincero, apañador, divertidísimo… un partner con todas sus letras.

¿Recuerdas cómo comenzó?... la verdad es que mi memoria es tan mala que sólo recuerdo cuando nos comenzamos a tratar en el segundo año de la carrera. En un principio éramos un grupo de 4 y luego por circunstancias de la vida, Juan y Daniela tomaron otros caminos, y ahí fue justó cuando comenzó nuestra amistad. 

Recuerdo cuando te molestaban porque eras mayor que la mayoría de nuestro compañeros, y porque tenías una incipiente “pelada” (se te estaba yendo la gente del estadio, como se dice) que se hizo más presente con el correr de los años. Siempre lo tomaste con humor, aunque nunca tuve claro si era un tema para ti, porque pucha que eras vanidoso.

Al principio éramos “yuntas” en la universidad y algunas veces “estudiábamos” en mi casa; y digo “estudiábamos” porque más de una vez terminamos haciendo torpedos, conversando o comiendo algo rico. ¿Recuerdas esa vez que te corrí de mi casa?... llevaba horas haciendo un torpedo y sin querer lo borraste, yo estaba indignadísima… si tuviera la sabiduría que tengo hoy, jamás lo hubiese hecho, es más, te pediría que no te hubieras ido ni ese día, ni nunca.

A medida que pasaban los años, nuestra amistad se tornó más profunda, una muestra de ello fue cuando me confesaste que eras gay; yo lo intuía, pero ese día me lo confirmaste. Sentí alegría... ¿Sabes por qué?, porque se necesita valor para confesarlo, y sentí que yo era importante en tu vida, sentí que después de eso, no existían secretos entre nosotros y que todo sería distinto a partir de ese momento. 

Ahora puedo confesarte que odiaba ir de compras contigo, te demorabas horas en cada tienda, al final, terminaba diciéndote que todo te quedaba bien, porque a pesar de que te sentías guatón, todo te quedaba bien; tenías un gusto exquisito para lo relacionado con la moda y la decoración, incluso me ayudaste a decorar el que ahora es mi hogar.

Mi familia te amaba. Para que decir lo agradecidos que siempre estuvieron mis padres contigo, no cualquiera sabe lidiar con una persona como yo, y vaya que tu supiste hacerlo. Es más, sacaste lo mejor de mí: la alegría, el disfrute por la vida, ser más arriesgada, hacer nada y pasarlo estupendo, éramos como el dúo dinámico, no había quien nos frenara cuando estábamos juntos, éramos verdaderos cómplices, incluso algunos llegaron a pensar que éramos pololos, de hecho más de una vez tu pareja se puso celoso.

No sé si alguna vez te lo dije, pero me enrabiaba cuando para ti todos los problemas tenían solución, mientras yo me ahogaba en un vaso de agua. Para ti la vida era un carnaval, no sólo decías que había que gozar la vida, sino que también lo hacías, y lo hacías siempre, incluso trataste de traspasarme eso, no fui muy buena alumna, pero créeme que recuerdo muy bien esa maravillosa cualidad.

Fui la mujer más feliz del mundo cuando te fuiste a vivir conmigo. Primero partiste quedándote unos días, y ya después te pedí que te mudaras conmigo, ahí empezó lo mejor.

Nuestras vidas eran perfectas, tal vez demasiado... para mi eras la mitad de mi mundo y más. Si me hubiesen dicho en ese momento que nos distanciaríamos, jamás lo hubiese creído, pero vaya como nos sorprende el destino, lo que tan imposible veíamos, se tornó en realidad-

Éramos una familia. Nos acoplamos casi de inmediato. ¿Recuerdas nuestra rutina?... yo te despertaba a las 5:30 para ir al gimnasio. Íbamos con los ojos pegados, pero llegaba un “gatito” (como le decíamos a los hombres guapos) y se nos salían los ojos como huevos fritos. Regresábamos a casa y nos preparábamos para ir al trabajo; tú te quedabas en la calle Enrique Foster y yo continuaba mi camino a la auditora. Rara vez no hablábamos durante el día, porque cada cosa que me pasaba, eras la primera persona en saber, en darme consejos, o simplemente en escucharme.

En las tardes nos encontrábamos en la banquita que está en la esquina de la calle Apoquindo con El Bosque. Hablábamos todo el camino de regreso a casa, recreábamos la vista, y salivábamos con el olor delicioso que emanaba de los restaurant, sufríamos porque vivíamos tratando de hacer dieta, la que nos duraba hasta que pasábamos a comprar al Unimarc de Escuela Militar. 

El carro era dualidad: por un lado llevábamos quesillo, fruta, leche, verduras, y por otro papas fritas, chocolates, nuggets y cualquier antojo que se nos pegaba. Llegábamos a casa, nos cambiábamos ropa y preparábamos comida que disfrutábamos "echados" en la cama viendo alguna teleserie o una serie. Nos costaba concentrarnos, porque siempre teníamos tema de conversación, o simplemente nos quedábamos dormidos. Recuerdo cuando roncabas y yo moría de la risa, con los saltitos que daba al reírme quedabas estampado en el techo (palabra que usábamos cuando algo irrumpía y nos asustaba)… realmente, éramos una familia.

Era tanta la confianza que te tenía, que sabías todas mis claves. Sabías cada detalle de mí, incluso de cosas íntimas, de hecho nunca tuve problema en cambiarme de ropa delante de ti cuando me asesorabas con el vestuario, porque como te dije antes, tenías un gusto y sentido de escenario envidiables. Te conté muchas vivencias que en mi vida se me hubiese ocurrido contarle a alguien  más, y estoy segura, que todas ellas, están seguras en tu mente y en tu corazón.

Ya hace 4 años dejamos de vivir juntos, prácticamente nos veíamos de pasada; pero aunque pasaran días, semanas, incluso meses sin vernos, cuando nos encontrábamos se armaba un carnaval de risas, y nuestras lenguas no paraban, se nos llegaban a adormecer, lo recuerdo muy bien, espero que tú también lo recuerdes.

Cuando conozco "posibles amigos" inevitablemente los comparo contigo... sé que no debería, pero no puedo dejar de hacerlo, y llego siempre a la misma conclusión: tener una amistad como la nuestra no lo vives todos los días, algunos ni en toda su vida... eras ese amigo con el que me sentía feliz con el sólo hecho de saber que formaba parte de mi vida, con el que podía hablar horas, con el que cuando peleaba, sentía que pasaba una crisis matrimonial, así te veía, como mi pololo sin abrazos ni sexo, porque nunca fuiste muy de piel (aunque yo sí), el cariño y la contención la demostrabas de otras formas, yo sabía que los abrazos no eran lo tuyo.

Gracias por sacarme las mejores sonrisas, por hacerme reír con tus tonterías, por dejarme ver tu lado más sensible y desconocido por el resto. Siempre serás el amigo que todo el mundo debiera tener en su vida, porque realmente eres sorprendente.

Te quiero, prometimos ser siempre mejores amigos… ¿Los recuerdas? Ahora ya sé que el “siempre” fue sólo una palabra más del diccionario, que nada dura para siempre y que todo tiene un final.

Con amor, la chica que solías llamar “Gatita”

domingo, 2 de agosto de 2020

Amor a distancia...

Levante la mano quien ha tenido una relación amorosa a distancia... me imagino que varios de ustedes la levantarían. Algunos hemos tenido que separarnos por temas de estudios, otros por un tema laboral, o por alguna otra razón. Ya sea el motivo de la separación, todas ellas convergen en la palabra sufrimiento.

Como en todo orden de cosas, ni todo es tan bueno ni todo es tan malo, de hecho cuando tienes lejos a la pierna pelua´ o a la pierna suave (según sea el caso), tendrás más tiempo para ti y para dedicarle más tiempo para disfrutar tus hobbies. Depilarte ya no es un tema de vida o muerte. No siempre tienes que estar arreglad@. Puedes juntarte más seguido con tus amigos o seres queridos, etc, etc, etc… Vaya que la lista de ventajas no deja de ser interesante.

 

En lo que a mi respecta, la mayoría de mis pololos han estado en otras ciudades, incluso en otros países, lo que hizo que me acostumbrara a este tipo de relación. Lamentablemente en una relación a distancia la palabra “libertad”, se convierte en un sustantivo que no quieres dejar ir.

Si bien es cierto la tecnología es un aliado en este tipo de relación, recordarás que hasta hace un poco más de 15 años, este aliado no existía y me tocó palparlo en mi segunda relación a distancia estando a miles de kilómetros de Chile, específicamente en Australia, cuando fui por un intercambio escolar cuando sólo tenía 16 años. 



A este chico lo conocí después de postular y pasar todas las etapas del proceso para realizar el intercambio en Australia. A todo esto, yo estaba feliz con mi postulación y vibraba cuando iba avanzando en las etapas. Hacer un intercambio escolar para aprender inglés era uno de los puntos de mi “bucket list” mental. El problema fue que lo conocí cuando estaba a la espera de los resultados de la postulación. ¿Y que creen?, recibo un correo electrónico indicando que había quedado seleccionada, así que ya estaba con pie dentro del avión… Hasta ahí me duró la felicidad. Comprenderán que a los 16 años el amor se vive de forma más intensa, sientes que no puedes vivir sin el otro. Pero bueno, tuve que apechugar, a pesar de que mi padre me dió la chance de desistir, pero el orgullo fue más fuerte y un 4 de febrero del año 2014, estaba llorando a mares sentada en un avión partiendo al lejano continente de Oceanía.



Fue durísimo!!... Estuvimos 6 meses sólo contactándonos por teléfono, y para peor. por políticas de la familia Australiana, serían sólo 20 minutos a la semana. 

Sagradamente, todos los días nos enviábamos correos electrónicos, yo los esperaba con ansias. Para que hablar de videos o audios... NADA DE NADA. En esos años no estaba todo tan tecnologizado como ahora, así y todo con esa escasa tecnología, estuvimos separados 6 meses… meses que en un principio fueron interminables, pero que finalmente, no me morí como yo pensaba cuando me dieron la noticia jajaajajaj.

 

El regreso fue un poco complejo. Yo venía de otra cultura, mi familia Australiana era totalmente distinta mi familia Chilena, el colegio, mis amigos, todo era demasiado diferente. En un principio extrañé todo, lloraba, incluso con mi pololo fue difícil los primeros días, es como que te “vuelves a conocer”, porque todo a mi alrededor, todo había cambiado. Así y todo no me arrepiento en lo absoluto de mi decisión, pues el amor fue más fuerte y duramos muchos años más, en los que la distancia nunca fue un motivo de ruptura.

 

Mi mamá me cuenta que en los años 70 era mil veces peor. El teléfono era impagable, y la única forma de saber el uno del otro era vía carta. Se demoraban una semana en llegar, o sea si le preguntaba si vendría a Ovalle, tenía que esperar ansiosamente la respuesta del sí o del no. Eso sí que debió de ser angustiante.


 

Pero una de las relaciones a distancia más heavy que he mantenido, fue con un hombre al cual llamaremos Ignacio. 

Yo le había echado el ojo hace bastante tiempo, y que finalmente conocí por mi primo. Al tiempo me agregó a Face y comenzamos a chatear. En ese tiempo yo estaba pololeando, así que sólo hablabamos como amigos, era tan rica la sensación de que alguien me preguntara todos los días “¿Cómo amaneciste?, ¿Qué tal tu día?”. Finalmente se acabó mi relación y con toda la perso le metí conversa a Ignacio, quedamos en juntarnos el siguiente sábado, no les cuento los nervios que sentí esos 4 días de espera… a mi sinceramente me encantaba… me recordaba a un actor Chileno “Matías Oviedo”. 



Para que les cuento los nervios previos a la cita, me probaba y me probaba los chilpes que tenía, hasta que me decidí por algo muy casual así como que no quiere la cosa; jeans oscuros, polera blanca, un pañuelo y un abrigo morado, según yo me veía “mina”. Me fue a buscar al estacionamiento como todo un caballero, el contacto visual fue un poquitin incómodo me miraba fijamente a los ojos mientras hablábamos. Entramos en su departamento, me tenía cosas ricas para comer… pizza y sushi (no sé como sabía que era tan hambrienta) y una cerveza... lo recuerdo perfecto, de hecho recuerdo cada detalle de esa noche. Conversamos un largo rato, vimos una película, sólo les puedo decir que llegué a mi casa a la mañana siguiente.



Y así continuaron los meses... me sentía tan bien teniendo una relación “normal”, con alguien a quien admiraba mucho (en muchos ámbitos), que tenía su vida resuelta, que ya no teníamos que dividirnos las cuentas a medias (como en la universidad), y que me hacía sentir como una mujer, no como una mamá ni nada por el estilo. Me enamoré profundamente de este hombre, era todo lo que yo esperaba de una pareja, pero nunca pensé que nuestra relación iba a tener que pasar por una prueba tan difícil.



Cuando la relación estaba consolidada (no había pasado mucho tiempo), me dice que esta postulando para estudiar un MBM en China… CHINA!!!! Me quería morir!!, y lo peor es que duraba casi un año…

Postuló a través de la embajada y después de varias pruebas quedó seleccionado. Recuerdo tan bien ese día que estaba en la oficina y me llama por teléfono, me dice “Amor quedé, me voy a China en un par de semanas”… no lo podía creer, en que momento una postulación se convirtió en “te vas en dos semanas”. Partí volando al baño, no podía respirar, me ahogaba en llanto, era una desesperación muy grande, pero yo sabía que era lo que él quería y yo no era quien para pedirle que no se fuera, no podía ser egoísta, creo que es parte de amar a un otro.

 


Inmediatamente hablé con mi jefecito y le conté la situación: “Gonzalo, necesito urgente una semana de vacaciones”, rápidamente accedió a mi petición. El fin de semana agarré una maleta y me fui a pasar su última semana en Chile. Entre tanto trámites y cosas, poco tiempo y pocas ganas habían de regalonear, sus nervios eran evidentes, su mal genio para que decir, pero sentí que había hecho todo lo que tenía que haber hecho.

 

Como olvidar ese horrible sábado cuando tuve que despedirme de Ignacio, pensando en que sólo el destino sabría lo que pasaría con nuestra relación en esta prueba de estar un año separado. Me hice la fuerte, de hecho él estaba peor yo. Mientras esperaba en la fila de policía internacional, me mensajeaba y me decía “sácame de aquí”. Yo aguante estoica las ganas de llorar, siempre quise que se fuera con mi sonrisa grabada en su mente y en su corazón.


Llegué al departamento y aún no lloraba, creo que aún no asimilaba lo que estaba pasando. Menos mal que mi hermana me dice “¿vayamos al cine para distraernos?”, yo no dejaba de pensar en Ignacio y en como iría en el viaje. Pero lo inevitable llegó… en la noche me acosté y no paraba de llorar, sentía que una parte de mí se había ido, ese amor maduro, con proyecciones, no lo tendría durante 11 meses más.


                             


Yo tenía muy claro que Ignacio no iba a engañarme o mentirme. Él lo tenía claro también con respecto a mí. Por supuesto que siempre existen momentos de dudas, de celos, pero como había suficiente confianza, pudimos manejar esa parte sin problemas.

 

Los primeros días fueron muy tristes, sentía que los días no avanzaban, sentía que mi pena y las ganas de tenerlo a mi lado eran demasiado grandes. Todo me recordaba a él.

 

Con Ignacio teníamos una diferencia de hora de 11 horas, es decir cuando en China es de día, en Chile es de noche, así que aprovechábamos esos ratitos antes de que el otro se fuera a dormir. Teníamos que encontrar el mejor momento para comunicarnos, yo me arrancaba del trabajo y hablábamos sobre su día y mi noche. Al principio sacrificaba mi sueño y dejaba el celular con volumen en la noche para hablar en mis madrugadas, pero ya después de unas semanas el cuerpo me pasó la cuenta y no estaba rindiendo en el trabajo.



Caí en una depresión horrible, en vez de aprovechar esos meses, me dediqué a puro sufrir. Lástima que cuando vieja nos damos cuenta de eso. Subí una cantidad de kilos impresionante… no podía dejar de comer… Ignacio quería que nos viéramos por cámara, pero siempre se lo negué, no podía ver a una Camila que no conocía… primero muerta antes que eso. Sólo le dije el motivo cuando ya estaba de vuelta en Chile, porque yo ya estaba como él me conoció.


Los días para mi no variaban mucho. Despertaba preguntándome ¿Cómo estará Ignacio?. Porsupuesto que lo primero que hacía al abrir un ojo era escribirle un mensaje o llamarlo, no siempre me contesta de inmediato y reconozco que me entraba la angustia, pero no me quedaba más que confiar. Teníamos tantos planes juntos que pensar en que podía pasarle algo hacía que me convirtiera en un atado de nervios... mientras trabajaba esperaba con ansias el llamado diario de las 11 am, mis compañeros me cubrían si mi jefe preguntaba por mí, debo reconocer que recibí mucho apoyo de mis compañeros de trabajo más cercanos, no siempre estaban de acuerdo conmigo, pero no dudaron en apoyarme. En muchos almuerzo salió el tema de Ignacio, no era un tema que me gustara tratar, porque sentía que el tiempo se detenía. me puse a trabajar fuera del horario para que los días pasaran rápido, llegaba tarde a casa y lo único que quería es que llegara la noche para saber que ya era un día menos de espera. 

 

Ya llegando Febrero, empecé a salir adelante, me inscribí en el gimnasio, y eso hacía que llegara a casa cansada. Ya estaba en la cuenta regresiva para estar nuevamente tiqui taca, así que los meses pasaron volando. No faltaron quienes me decían las típicas frases: “Amor de lejos, felices los 4”. “Amor de lejos, amor de pendejo". “Ojos que no ven corazón que no siente”, ¿Cómo será acostarse con una China”, "Vas a tener que desinfectarlo cuando llegue”... me daba una rabia…. Yo estaba segura que no, y hasta ahora lo estoy.



Cuando estaba por llegar no daba más de lo nervios. Cambié la decoración de mi pieza, me hice las uñas y full depilación. Llegó un día viernes a las 08:30 am. Cuando eran las 10 am, lo veo aparecer… llegaba a tiritar, él no tenía idea que yo lo recogería. Estaba parada con un globito de helio que compré en el Apumanque. Fue tan raro volver a vernos, lo sentía tan distante, era como si fuera otra persona, de hecho creo que nunca volvió a ser el hombre del que tanto me enamoré. A pesar de todo, nuestro reencuentro obviamente fue muy distinto a como lo imaginé, era como volver a conocernos, porque sólo llevábamos 4 meses pololeando antes de que se fuera a China.



Fue bien complicada nuestra relación… volver a pololear en la misma ciudad fue un poco agotador.  No por él, sino que yo me estresaba para cumplir como una “buena polola”. Los tiempos que antes eran sólo para mí, ahora debía reorganizarlos. Mi comida ya no era “lo que tuviera en el refri”, tenía que pensar en un otro. Compartir la cama todos los días, llegar, querer echarte y no saber del mundo, formaba parte del pasado, los partidos y las películas de TCM se apoderaban de mi TV.

 

Pero dentro de todo, fue una experiencia muy enriquecedora y que me puso a prueba, por eso digo que la confianza y la comunicación son esenciales para que una relación funcione sobretodo a la distancia. Con Ignacio aprendí a esperar, a sorprender, a confiar, a saber lo que es un amor maduro, un amor desinteresado, un amor que fue capaz de traspasar la barrera de los miles de kilómetros...

Por eso siempre digo… “Las relaciones a distancia no son para corazones débiles”…

domingo, 26 de julio de 2020

Mi Ruta por Bali


Hay lugares a los que llegas de una manera y cuando sales de ellos terminas diferente, diferente a como llegaste, a como pensabas, eso es justamente lo que me pasó después de visitar la alucinante isla llamada Bali.
Bali es una de las 17 mil islas de Indonesia (255 millones de habitantes, 83% musulmanes), es una isla Hinduista con más de 20 mil templos. El 88% de los isleños son Hinduista quienes a diario celebran con música y cantos a su religión llamada Hinduismo Balinés.


Algunos se animan a afirmar que Bali es la isla de los dioses. Y no creo que estén tan errados. Sin duda es un destino mítico y soñado: sus hermosas playas, aldeas rurales, los cultivos en terrazas, y más, hacen de Bali la verdadera joya de Indonesia.
Después de tres horas de vuelo desde Kuala Lumpur (Malasia), aterricé en el aeropuerto internacional Ngurah Rai, ubicado en la localidad de Denpasar. Caminando hacia policía internacional, se asoma un “Welcome to Bali” decorado al puro estilo Balinés. Desde ese momento supe que mi estadía sería sorprendente. Traía una mochila llena de ilusiones, expectativas, era un destino que llamaba mucho mi atención, sobre todo después de ver la película “Comer, rezar y amar”. Para que les voy a mentir, igual se me pasó por la mente conocer a un tipo como el de la película... lo pensé antes de ver a los verdaderos Balineses jajajaja.



Me estaba esperando la camioneta del hotel que me llevaría a mis aposentos en un pueblo llamado Seminyak, a una hora del aeropuerto. El calor y la humedad no daban tregua, era sumamente desesperante. Me instalé en el hotel (no era tan lindo como en las fotos, pero tenía un no sé que) y sin tiempo que perder, partí a conocer el pueblo que quedaba a unos cinco minutos caminando. 

La calle principal y más turística, habían en su mayoría extranjeros. Muchos lugares de comoda (pitucos, normales y las “picadas). Los lugares de masajes abundaban al igual que las tiendas de souvenirs. Ese se convirtió en mi paseo diario al atardecer. Mi lugar favorito y al que iba todos los dias, era el supermercado “Bintang”. Ahí compraba la comida, la famosa caja de choclo con mayonesa, el tarro de arvejas y el tradicional helado “Mega”. Los precios de los alimentos eran bien parecidos a los de Chile.  Me daba pena Y “lata” ir sola comer o a tomar algo, no soy tan entradora como para conocer gente. Además que me deprimía un poquitín ver a tantas parejas y grupos de amigos pasando por la calle desparramando carcajadas..



Como viajaba sola, tuve que contratar a un guía privado que hablaba español. Allá dicen hablar inglés, pero es bien poco lo que se habla. Mi guía era el Sr. Gomez. Un señor de aproximadamente unos 65 años, me recogía en el hotel y me llevaba a recorrer la isla por 60 dólares diarios. No es un monto menor, considerando que arrendar una moto (que es el mayor medio de transporte) por día te costaba unos 5 dólares más el gasto de bencina, pero que allá el litro costaba medio dólar (vendían la bencina en botellas de bebida, e sorprendió), bastante menos de lo que pagué yo por ir sola y más encima cobarde.




Porque ni en broma me subía a una moto… el tráfico es caótico, especialmente en los lugares más visitados, las carreteras están en estado deplorable y las señaléticas de tránsito, brillan por su ausencia... así que “no way”… cerré los ojos y desembolsé 180 dólares por tres días de tours.
El primer día me llevó a un espectáculo de un ritual estilo Balines, reconozco que casi me quedé dormida, no se entendía nada lo que pasaba. Sólo entendí que aparecía un animal y que lo mataban. Sinceramente  ahí pequé de ignorante. Visitamos el templo de los monos, muchísimo turista intentando tomar la mejor fotografía. La verdad es que he visto tantos monos en mi vida, así que ma estadía fue cortita y así aprovechar de conocer nuevos sitios.



Seguimos hacia uno de los templos más importantes de Bali, el templo de la purificación conocido como Tirta Empul Temple (declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco). Para entrar a los templos de Bali hay que llevar puesto un sarong (el típico pañuelo que se pone en la cintura como una falda tanto ellos como ellas). En la mayoría de los templos está incluida en el precio de la entrada (aunque una propina siempre es bienvenida) y en otros los arriendan por medio dólar.




Este Templo, es un lugar considerado sagrado por los poderes mágicos del agua donde los peregrinos pueden bañarse en búsqueda de purificar su alma. Yo no lo hice SÓLO porque había mucha fila… no porque haya creído que me quemaría al entrar en contacto con tanta pureza…
Muy cerca de ahí estaba un espectacular campo de arroz. Simplemente maravilloso!! 



Finalmente pasamos a un lugar donde producían el café más caro  del mundo llamado café “Luwak”. Recibe este nombre por el animalito que hace el trabajo para que nosotros nos deleitemos con una taza de café. Lo particular de este proceso, es que el café es excretado por el luwak después de haber comido la semilla que en estado natural es verde y duro. Una tacita de degustación costaba casi 4 dólares!!!!!! Mucho derroche pensé yo… pero después me dije a mi misma “misma, ¿volverás algún día a Bali?”, así que pedí uno. Me dispuse a probar el tan preciado café y… no me gustó!! Tiene un sabor más bien amargo, los que saben de café seguramente entenderán de estas cosas, yo con un “Caramel Machiatto” del Starbuck soy feliz.




Al tercer día nuevamente me recoge el Sr. Gómez, siempre con su sonrisa y “acachao de conversa”. Era demasiada información, ni siquiera alcanzaba a anotar en mi cuadernito. Nos dirigimos a un lugar en el que hay dos templos, el más visitado y famoso Tanah Lot. Está situado sobre una gran roca que llega a cubrirse casi por completo cuando la marea es sube. Ahí mismo por una donación (porque en Bali todo es plata) te purifican. Aquí tampoco lo quise hacer, necesitaría demasiado tiempo y tenía mucho por conocer aún jaajajajajaj. Justo en frente, se ubica el pequeño Templo Pura Batu Bolong.



Avanzamos hasta el Templo Aman Ayun (también conocidos como templo del bello jardín, porque está rodeado de exótica vegetación. Se constituye por varias pagodas de diferente tamaño.... impresionante la verdad). Finalmente llegamos al templo Begudul (el ícono de la isla de Bali. Tres templos en uno. En ese lugar además está construida una mezquita, eso indica que existe una mezcla  de culturas totalmente opuestas, donde sólo aquí en Bali han aprendido a convivir).





Al cuarto día me recogió el hijo del Sr. Gómez. Debo decir que me sentí muuuuuy incómoda durante todo el tour. Hablaba de mujeres, sexo, pornografía. Me imaginaba que era porque en Indonesia, todo es tipo años 70’, vírgenes hasta el matrimonio. Y al parecer, es más común de lo que uno cree, que los extranjeros buscan tener un “touch and go” con los isleños. En este país y como en la mayoría de los Asiáticos, la pornografía está prohibida, es más, puedes ir a la cárcel si te pillan viendo pornografía. De hecho las páginas están bloqueadas, TUVE que meterme, tenía que comprobarlo por mis propios ojos jajajaja, ya veía que llegaba la policía a buscarme por intentar ingresar a una página porno.



El primer destino era el pueblo llamado Penglipuran. En el camino pasamos por un área de 175 hectáreas de Bamboo. El pueblo es pequeño, viven solo 76 familias, cada casa tiene su tienda (al estar alejado no hay lugar donde trabajar). Cada casa tiene número y están escritos los nombres de las personas que allí habitan.







En una parte de la casa, tienen una especie de altillo que es donde realizan ritos, nacimientos o dejan a los muertos antes de enterrarlos, y pasado 4-5 años lo desentierran y queman lo que queda y las cenizas son arrojadas al mar.
En la isla puedes ver en casi todas las puertas una de ofrendas como agradecimiento a sus dioses. Son conocidas como “canang sari”, son preparadas por los balineses, hechas a mano con hojas y dentro llevan arroz, galletas, caramelos, sal y flores. La realizan tres veces al día. Por la Mañana es para la buena suerte; Antes de comer es para dar gracias por la comida y por la Noche es para dar gracias por la vida



Luego fuimos al famosísimo Templo Pura Besakih, más conocido como templo Madre. Es el más grande y más sagrado de los templos de Bali. Está compuesto por 22 templos diferentes. Está muy cerca del volcán que entró en erupción justo antes de llegar a Bali. Por suerte, ese día no había ceniza,  ni alerta, así que pude conocerlo. Es que se vas a Bali y no conoces este Templo, es como una aberración.




Finalmente visitamos el templo Kehen. Este Templo protege de los terremotos. Por un lado tiene el Símbolo de una tortuga que representa el agua, y por otro lado el dragón que representa al fuego, Si los dos entran en contracción se producen los terremotos. Los fieles lo visitan para rezar para que no ocurran terremotos.






El quinto y sexto día los deje para descansar, caminar y relajarme en la piscina del hotel. Aunque no faltó una persona que me hizo un encargo cacho… eso no puede faltar! Mi mamá me pidió que le comprara relojes porque allá las imitaciones son espectaculares y baratas. Según ella era saliendo del hotel, a mano derecha y recto recto. Cuando voy chequeando en internet… eran casi 6 km hasta la tienda... en un lugar con ese clima, créanme que 6 km es bastante. De hecho era en otra ciudad llamada Kuta. Pero como le iba a decir que no. Así que llamé a un taxi y me dejó en la relojeria, habían cientos de relojes, pero el presupuesto de inmediato me acotaba a un cuarto. Compré  y regresé caminando al hotel. Para que les cuento lo al jugo que llegué… la ropa estilaba y mis deditos con ampollas de tanto caminar… y lo peor, es que al día siguiente tuve que ir de nuevo porque le gustaron otros que les saqué foto… me quería morir!! Igual me daba pena porque me decía “si puede no más”… obvio que podía, así que ooootro sacrificio, aunque después venía la recompensa de hacer nada tirada en la reposera en la piscina del hotel.
De Seminyak me fui a otro pueblo llamado Ubud. Que fue donde se filmó la película que les comenté anteriormente, “comer, rezar y amar”. Eran 30 kilómetros de distancia, yo calculaba estar en una media hora en Ubud, pero no! Dos horas de viaje en tan sólo 30 kilómetros… me quería morir!! Las calles son pésimas y el tránsito es terrible, lo importante es que llegué (El hotel pese a ser 3 estrellas, era espectacular. Si que es cierto lo que dicen del lujo Asiático. En otro país por tres estrellas, con suerte tienes la cama y una tv).



En esta parte del viaje me dediqué a perderme por Bali sola, descansar, empaparme un poco más del día a día de las personas. Nada de tours, taxi (algo que me llamó la atención es que grab, que es lo mismo que uber pero de allá, está prohibido. O sea discretamente lo puedes usar, pero si te pillan los isleños te metes es serios problemas).



Mi madre me decía “En Bali los masajes son muy pero muy baratos”, tenía toda la razón. No podía creer que una hora de masaje pudiera costar 7 dólares, de ahí en adelante todos los días iba a un salón de masaje, quedaba adolorida entera si, porque suaves no eran. Yo me hacia el masaje “Balines”. Yo nunca me he hecho masaje descontracturante, pero me imagino que el Balines es una mezcla entre el descontracturante y el de relajación.



En uno de esos lugares conocí a “Rupy”, una chica de tan sólo 16 años. Rupy era una típica Balinesa que iba al colegio y al salir trabajaba como masajista. No hablaba mucho inglés, pero nos hacíamos entender. Me preguntaba que con quien viajaba, le conté que sola, que venía de recorrer algunos países de Europa y de Asia. Le causó extrañeza, porque las mujeres allá conocen con suerte su pueblo y el del lado. No siempre terminaban el colegio, estudiar en la universidad era como “que me estás hablando, ¿qué es una universidad?... muy distinto a nosotros, pero no por ello peor o mejor. Como dice mi mamá “no conocen otra realidad”.




Me contaba que había conocido un chico que le gustaba, pero que aún los papás no lo conocían (y pensar que yo a esa edad ya había pololeado tres veces, claro que esos pololeos más tiernuchos, no como los de ahora que son tres cucharadas y a la papa).
En esos paseos, conocí a una protectora de animales de la cual tengo una pulsera puesta de recuerdo que se llamaba “Bali Animal Welfare”. En general en Bali, manejan muy mal. Es la ley del más fuerte. Era bastante común escuchar gritos de perritos que los habían atropellados, eso era pan de cada día. Conversando con las dos chicas que ahí estaban, me contaban que era muy difícil sacar esta causa adelante. Primero por los recursos y segundo porque la gente no se interesa en proteger a los animales, ellos más bien son bastante brutanteques como se dice. Eso fue una de las cosas que odié de Bali.



En esos mismos paseos, fui a la famosa feria de artesanía de Ubud. Era E NOR ME!!... cientos de puestos de con diferentes tipos de artesanías. Era normal escuchar o ver gestos de regateo. Algunas veces conseguían la artesanía por menos de la mitad del valor original, en mi caso, me costaba un montón, no salí buena regateando, aunque las últimas veces ya me iba acostumbrando, de hecho me compré vestidos por mitad de precio..




Y así iban terminando mis días en esta deslumbrante isla… Bali me provocó una resistencia cultural potente.... o sea, si crees que es caribe, estás muy equivocado. La palabra tranquilidad sólo existe en el hotel y en los templos, porque andar por las calles es algo te rri ble!! que en mi vida había visto. De hecho creo haber visto 5 semáforos en Bali, la palabra respeto por el peatón no existe, es una verdadera jungla, y mientras vas caminando escuchas cada 1 minuto: “¿taxi?” “¿Massage?”. Por unos momentos llegué a odiar Bali, quería correr y refugiarme en mi habitación del hotel. Pero luego y no sé cómo ni en que minuto, terminó gustándome. Mi mamá me decía “tengo el olor de Bali pegado”, y yo pensaba “que estará hablando”, y claro, es un olor bien particular que sin duda podría reconocer.
Creo que Bali ha sido por lejos, uno de los pocos lugares que he visitado (y vaya que no han sido pocos), que me han dejado con una angustia y un nudo en la garganta. El trayecto al aeropuerto lo sentí muy triste, mis ojos no dejaban de derramar lágrimas. Pese a que dentro de todo aproveché mis casi diez días en la isla, siento que el verdadero goce no lo viví al comienzo, y eso me provocaba tristeza y hasta impotencia. Entender una cultura tan distinta a la mía fue muy muy difícil. No podía soportar escuchar bocinas, gritos, personas ofreciendo masajes o taxi cada 20 metros, el poco cuidado con los animales, era algo que no podía tolerar, me superaba. En serio que lo intentaba pero los primeros días fueron desesperante,  Me costó mucho entender una cultura tan distinta a la mía. 
Tal vez ese cambio, se produjo a raíz de una conversación que tuve con mi madre. Ella ama Bali, ha ido más de una vez y volvería mil veces. En esa conversación me dijo "hija, disfruta ese lugar, cuantas personas desearían estar en tu lugar... imagínate en un mes más estando en Chile y pensar en cuantos momentos desperdiciaste". No estoy segura, pero creo que eso puede haber sido el gatillante para comenzar a disfrutar las innumerables bellezas que puedes descubrir en Bali... 

Ahí comprendí que Bali es una caja de sorpresas…