El
mundo comenzó a cambiar el 31 de diciembre del año recién pasado, cuando
se notificó el primer caso de Covid-19 en la ciudad de Wuhan.
El
virus se ha esparcido con rapidez por toda la tierra, contabilizando ya más de
5.884.000 casos y más de 361.000 fallecidos; antes de espantarse con estas
cifras, no olvidemos que el planeta tiene 7.700.000.000 millones de habitantes
(Fuente: Las Naciones Unidas).
En
Chile, este cambió ocurrió el día 3 de marzo con el primer caso: una persona de
33 años, con antecedente de viaje durante un mes por distintos países del
sudeste asiático. Hasta el día de ayer, se registraron 3.695 nuevos casos de
covid-19 y 54 fallecidos, sumando un total de 90.638 contagiados y 944 muertos.
A hora les cuento como el covid tocó mi puerta…
A inicios del mes de abril, nos enteramos que nuestros tíos Chilenos-Brasileños
(a quienes llamaremos Gloria y Alfonso), residentes en Blumenau (Brasil), dieron
positivo al examen del covid-19. La verdad es que la noticia fue muy
inesperada, ni por un momento sospechamos que podían enfermarse, porque llevaban
casi dos meses en cuarentena voluntaria.
Mi tío era jubilado, y Gloria trabaja
en el hospital, pero por su edad la enviaron a su casa. En un principio, nadie
sabía cómo podían haberse contagiado si estaban en confinamiento.
La primera
hipótesis se relacionó por una compra hecha vía delivey. Pero después supimos
que Gloria había ido al hospital.
Podríamos
sacar una reflexión a raíz de esta situación, todo ocurre en el momento y lugar
en que debe suceder, y así es justamente como le pasó a mi tía.
Ambos
contagiados. A ella afortunadamente le dio un resfrío fuerte, pero no tuvo dificultad
para respirar (técnicamente conocida como disnea). Lamentablemente a mi
tío Alfonso se le complicó esta impredecible enfermedad.
Fue trasladado al
hospital en Blumenau donde tuvo que ser intubado de manera urgente, sin saber cuál
sería el resultado. Ese fue el último día en el que Gloria pudo ver frente a
frente al tío Alfonso.
Sola,
dentro de la habitación que compartía con su esposo, Gloria, vivió días
angustiantes esperando noticias sobre la salud de su esposo. Todos los días
recibía una llamada del médico tratante para informarle el estado de salud de
Alfonso y ella a su vez, transmitía vía audio de whatsapp, la información los
familiares y seres queridos.
Las noticias en los audios parecían no cambiar. Lamentablemente el estado de salud del tío no
variaba. Recuerdo perfectamente escuchar mensajes como: “Hola Lelita (nombre que le
otorgaremos a la única sobrina viva), está todo igual, continua sedado, intubado, el riñón y el corazón están bien, hay que continuar rezando por él”. otros días escuchábamos: “Lelita, las noticias de hoy no son muy buenas, el doctor dice que le
entró una infección al pulmón porque lleva tiempo en conectado y eso aumenta la probabilidad de que aparezcan infecciones”. Los pronósticos de vida del
tío, podían cambiar de un día a otro. La cadena de oración por el se realizaba
todos los días a las 21 hrs.
El
tema que muchos desconocen, es que una vez que el paciente ingresa a urgencia
por coronavirus, existen dos opciones: o lo ves saliendo convaleciente en silla de ruedas
o tristemente en un ataúd. Y en el proceso, no puedes hablar por teléfono, las únicas noticias
que recibes es cuando te llama el doctor unos minutos para contarte novedades.
La
madrugada del día 10 de Mayo, justo para el día de la madre, recibo un audio de
mi hermana contándome que el tío había fallecido. De inmediato pensé en mi
madre, acababa de fallecer su último familiar sanguíneo, y recuerdo cuando me
decía lo que significaría el día que su tío falleciera.
Lo
triste de morir por coronavirus, es que no existen ceremonias ni funerales como siempre ha sido, con esta pandemia, sólo pueden estar presentes tres personas en el proceso. No
puedo imaginar cómo sería la situación de estar un día en el cementerio a un
metro y medio de distancia, sin poder abrazarnos, sin poder tocarnos ni llorar
juntos este triste momento…
Ese
día, el tío Alfonso fue uno más de las 11.123 fallecidos por CoronaVirus, y de
los 162.699 personas contagiadas acumuladas. Aquél triste día en que las cifras no fueron sólo
un tema de números, ese día las estadísticas se mezclaron con el corazón.
Como bien dice el relato...una situación que nadie podía predecir... doloroso y complejo sin duda todo el contexto. Muy generosa al compartirlo.
ResponderEliminarAsí es Lunita, muy doloroso.
EliminarGracias por escribirme
un abrazo
Gobo