domingo, 24 de mayo de 2020

El arte de ser tía...


No tengo hijos, no es un tema que me angustie y no creo en el reloj biológico, pero me encanta ser tía. Trato de ser la mejor y aunque seguramente no lo soy, es uno de mis roles favoritos. Creo que es una forma indirecta de disfrutar la maternidad de forma directa; me explico: los devuelves cuando se aburren y hacen pataletas, sin embargo, siempre quieres tenerlos; disfrutarlos, malcriarlos, verlos sonreír, darles ese apoyo que los papás a veces no pueden, porque deben tener otro tipo de relación que es ser padres.


En Chile cada vez son más las mujeres que deciden no tener hijos; ya sea porque no encontraron el indicado, por un tema de libertad, económico, desarrollo laboral,  entre muchas otras razones.      
   
El censo del año 2017 muestra que en Chile nacieron en promedio 1,68 hijos por mujer (fuente: www.ine.cl); si analizamos estas cifras, podríamos decir que vivimos el fenómeno de mujeres sin hijos potencialmente tías.

Cuando supe que sería tía yo me encontraba lejos de mi país, estaba en un momento complicado de mi vida por lo que la noticia no fue una explosión de felicidad. Pero cuando regresé y abracé a mi hermana, sentí que aún no la conocía y ya la amaba con todo mi corazón. A medida que su guatita crecía, sentía una mayor conexión con mi sobrina. En el sexto mes de embarazo, mi hermana sintió la primera patada de su hija... ¿Y qué creen? fue cuando comió una torta tres leches (hecha por mí) que es su favorita, y que coincidentemente, es la favorita de María Ignacia.


Pasaron los meses hasta que llegó aquél 8 de Enero… A eso de las 6am, recibo un mensaje de mi hermana diciéndome que van de urgencia a la clínica, porque al parecer, había perdido todo el líquido amniótico sin haberse darse cuenta. Ahí es cuando comienzan mis nervios y angustia... partimos raudamente a Santiago, pero no alcanzamos a llegar al parto, a eso de las 14:30 recibimos una foto de la enanita recién salida de la guatita.


Llegamos muy ansiosas a la clínica, entramos a la pieza y veo una bebé increíblemente hermosísima, que al tomar en mis brazos sentí que "Ella era parte de mí"... y que a diferencia de esos tíos que sólo aparecen por compromiso, yo decidí tener un lazo con ella. Yo decidí amarla, regalonearla, jugar con ella, estar presente y por sobre todas las cosas, hacerla sentir que tiene una tía apañadora que estará siempre a su lado.


Antes pensaba, que las tías “solteronas” estaban en casa mirando televisión rodeadas de gatos; hoy me doy cuenta de que no es así, las tías son decididas, viajadas, cultas, independientes económicamente y resueltas, incluso en la sexualidad.


Ser tía es una experiencia inigualable y gratificante. Significa amar como una madre, cuidar como una hermana y divertirse como una amiga. Desde que nació María Ignacia, cada día es una aventura y siento que he aprendido a querer a otro nivel.  Muchas veces incluso, me pregunto si alguna vez podré querer a mis propios hijos, si es que tengo, como la quiero a ella.

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